El hombre de bien, por servirse en todo lo que realiza de las experiencias de la vida, hace bien todas las cosas, lo mismo que prudentemente, sensatamente y según las demás virtudes; pero el hombre vil, por el contrario, malamente.
El hombre de bien es grande, fuerte, alto y vigoroso.
Grande porque puede llegar a las cosas que existen y yacen para él según la elección.
Fuerte porque se ha desarrollado por todas partes.
Alto porque participa de la altura que corresponde al hombre noble y sabio.
Y vigoroso porque ha adquirido la fuerza que le corresponde, siendo invencible y difícil de subyugar.
Por lo que, también, ni es obligado por nadie ni a nadie obliga; ni es impedido ni impide; ni es forzado por nadie ni a nadie fuerza personalmente; ni manda ni es mandado; ni hace mal a nadie ni él mismo es objeto de males; ni cae en el mal NI HACE CAER A OTRO EN ÉL; ni es engañado ni engaña a otro; ni miente, ni ignora, ni se oculta, ni acepta la mentira en manera alguna; es muy feliz, tiene buena suerte, es bienaventurado, dichoso, piadoso, amante de la divinidad, resolutivo, apto para reinar, para ser estratega, político, hábil administrador y hombre de negocios.
Los hombres viles tienen todas las cosas contrarias a éstas.
June 15, 2015
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