February 21, 2014

SOSPECHAS GRANDES DEL SINO BLANCO

Con esta entrada quiero anotar todas las cosas extrañas que me han sucedido a lo largo de la vida. Esas cosas que confirman que el Evangelio es la verdadera Ley del Azar.

Hay gente que tiene una estrella que le guía por el camino como la de Jesús. Cuando yo acompañaba a mi hijo mayor al British me dije, pobre niño, al año que viene querrá ir solo a esta escuela a aprender inglés porque se considerará mayor y no hay semáforo para cruzar, y tendrá que hacerlo por los dos extremos de la calle Marqués de la Valdavia y no lo hará. Ni siquiera hay paso de cebra en el inicio de la calle Cádiz.

Pero unos meses antes de ir solo el Ayuntamiento de Alcobendas puso ese semáforo y se salvó. Desde que lo vi crecer ese niño Andrés siempre tuvo suerte.

Esto ocurre en los inicios pero también puede ocurrir en los finales. Cuando me iban a despedir en la empresa buscaron a un sustituto para que fuera haciendo mis gestiones externas en los Ministerios. 

El primer día pasó por una obra y un coche paso por una balsa de agua y le puso perdido de barro todo el traje. Llegó a la oficina salpicado de arriba a abajo y casualmente yo tenía unas toallitas quitamanchas que me había dado mi mujer en una comida familiar hace unos días y me puse a limpiarle. Pero encima estaban secas.

El segundo día un perro que iba atado con un señor en un municipio del Sur de Madrid, se le tiró encima mordiéndole en una pierna. Tuvo la suerte de que allí cerca estaba el ambulatorio e inmediatamente se vacunó contra la rabia.

Se me quedó fijamente mirando y me contó estas dos cosas. También la gente en los funerales me revelaba la clave de su familia como si yo tuviera que ver algo con ello. También un poeta de izquierda unida del Ateneo dijo que no recitaría en mi presencia porque yo tenía ojos de espectro. Tuve que levantarme y marcharme.

Es complicado contar todo esto porque es como escribir-chorrear sangre pero lo voy a intentar. De momento me acuerdo del profesor de literatura Rafa Flores y del profesor de filosofía el cura El Demiurgo de C.O.U. del Colegio San Agustín que lo pasaron muy mal por un relato profético o por una frase enigmática y retadora.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Cuando yo era un niño mocoso del Colegio San Agustín un cura de campamento tuvo un accidente en que murió un niño. Cuando iba en el jeep el cura les dijo a los niños, mirad por este lado de las ventanillas, mirad qué paisaje, y todos apelotonados hicieron volcar el automóvil. Recuperado del accidente, el primer día que bajó al patio, le dije "supongo que ahora usted no volverá a conducir". El cura me miró horrorizado.

Cuando yo era joven iba por la carretera de la Coruña con mis amigos en mi Opell Kadett antiguo rojo. Mis amigos iban detrás borrachos e íbamos a una romería en Las Rozas. Serían las dos de la madrugada. Iba al límite de la velocidad a unos 110 km/hora. Justo en la curva del Hipódromo mi más fiel amigo Luis de la Serna y Carbajo me dijo, cuidado, estás a punto de rayar la mediana de la autopista (el lado izquierdo divisor). Entonces di un volantazo y dimos vuelta de campana y nos quedamos en medio con las ruedas arriba. No murió nadie, ni nadie se estampó contra nosotros, nos hicimos unas heridas en los pantalones. Le dimos la vuelta al coche, lo aparcamos en el arcén y le quité las matrículas de Ceuta (CE).

Como justicia poética y castigo divino me impuse no volver a conducir nunca más. Así estuve trece años. Al conocer a mi hoy esposa Maite de Pablos en el inicio del Tercer Milenio, en el año 2000 me pidió dos cosas que cumplí: volver a conducir (fui dos semanas a una autoescuela de Alcobendas, pero después conduciendo tuve miedo otros dos años, sobretodo en el viaje de vacaciones a Rías Baixas de Galicia y a la Costa Brava) y que trabajara por la tarde cosa que hice. Ella siempre quería que condujera (los trayectos largos los hacía yo y ella los cortos del municipio, ahora hago yo los dos).

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Estaban montando las atracciones de las fiestas del Colegio San Agustín. Los curas nos dijeron que no nos subiéramos a ellas que no estaban terminadas de montar. De repente en frente mío un niño con un parche en un ojo se arrastraba por un brazo de una. Vi como una punta le arrancaba el ojo y se lo dejaba colgando a medio metro de mí.


Salí corriendo, de lo que había visto, no sabía dónde ir, entonces mientras corría fui a dar deprisa con la capilla del Colegio y ante la Virgen (que parecía de Covadonga), de rodillas, la pedí que le curara, que si era necesario le diera mi ojo por el suyo... Nunca más en mi vida he vuelto a presenciar un hecho luctuoso por más que valiente quiera ver la cara de la muerte.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.


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Ricardo Huertas era el número uno de las juventudes comunistas prosoviéticas. Todo el mundo nos decía que si éramos hermanos cuando íbamos a las reuniones y los mitines y los chiringuitos de las barriadas. Los dos teníamos barbitas de Ché y nos parecíamos. Pero él era poliomelítico, nada pudieron hacer con su pie, cuando era niño en la clínica de San Rafael. Así que solo en una cosa nos diferenciábamos.

Una tarde en que llegaba tarde a una obra de teatro en Moncloa. Subía corriendo las dos escaleras del metro de Cuatro Caminos. De repente se me quedó atrapado el zapato, y ya se dirigía a los hierros del rastrillo de término. Me desprendí también del calcetín y pude salvarme. Todo quedó aprisionado en los hierros. El zapato devorado por la mitad. Los vigilantes de seguridad dijeron que había tenido mucha suerte y que reclamara al día siguiente. Llamé y el jefe de obra(?) me echó la bronca, que si era yo el desgraciado que le había roto la máquina.

Cuando se lo conté a Ricardo me envió a las peores células como la de la Elipa. Creo que ya era bastante lección y justo cuando me iban a dar el primer carnet preciado les abandoné.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Me hicieron delegado de la clase en COU D. El primer día de la presentación del tutor y profesor de filosofía el cura El Demiurgo (como le llamábamos), todos en la clase estaban dando botes y gritando, Miró, Miró...El cura Demiurgo para dar un escarmiento me sacó a la pizarra y me hizo una pregunta sobre si sabía quién era Platón. Yo le conteste seriamente "El Espíritu sopla donde quiere". Me puso un cero y me dijo que dos o tres tardes a la semana (después de acabar el colegio) tenía que ir al aula de los curas (en el palomar) a examinarme de las lecciones de filosofía.

Así pase todo el curso sin apenas poder sacar más tiempo para hacer los deberes. Tenía notables y sobresalientes, y él seguía suspendiéndome en filosofía. Me tenía estudiando dos horas y media en el palomar y no me daba el aprobado porque decía que mi exposición se podía interpretar así o asá. Y eso que me sabía el libro de memoria y se lo calcaba frase por frase en el papel. Veía que no me iba a dejar presentarme al examen de junio en selectividad de la universidad.

Pero ocurrió el hecho fortuito a escasos 40 días de que terminara el curso. Una mañana el cruzaba la Castellana a la altura del Bernabéu con la Plaza de Manolete (ahora ya tiene semáforo, no tenía paso de cebra, y la gente cruzaba por allí, tenías que hacerlo en dos tiempos, cuando no venían coches de un lado y cuando se iban los del otro del paseo, pero a veces te quedabas en medio pasando coches por delante y por detrás, y si venía una ambulancia podías pringarla... Yo tenía un amigo Carlos Pliego que vivía allí).

Entonces un coche le dio un golpe en la cabeza y estuvo en coma. Los curas decían que encima le había atropellado un coche que conducía un cura de la orden contraria a los agustinos (los franciscanos?).

Entonces pusieron un profesor laico y me puso sobresaliente con matrícula. El primer día que El Demiurgo subía por las escaleras a ver a los alumnos con una escafandra blanca en la cabeza nos encontramos. Yo estaba en lo alto de la escalera, él en el rellano  y me miró fijamente.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Esta noche he ido a bailar y me he acostado a las cuatro de la madrugada. Mi educación era exquisita. Cuanto más psicótico y paráclito estaba más sabía moverme entre luces y sombras. Cuando muramos nos veremos inmersos en la mitología griega y su alquimia. Mi mujer es como Aracné (me lo ha dicho ella).

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.


Un día de niño fuimos a Cotos. Yo veía esquiar a los demás, y me dije, es muy fácil, es un zis y un zas. Le dí la vara a mi madre con que me dejara esquiar. Mi madre ya harta, se dispuso a darme una lección. Sin parar de reír me alquiló la equipación, me subió en el telesillas (casi me doy un golpe en la cabeza) y me puso al frente de las pistas profesionales. Me quedé horrorizado. Resbalé veía que me iba hacia abajo en esa extensión blanca interminable. Retrocedí y no hacía más que chocar con las casetas de madera de la cafetería ? (de arriba y abajo). Los de dentro decían: Ya está bien, qué pesado, quién es. Tuve que descender en el telesillas con los esquís puestos. Fue el descenso de la humildad.


Solo si Dios quiere que lo cuente bien lo contaré.


Se celebraba la fiesta de fin de E.G.B. en el Gurugú. Íbamos Félix y otro amigo a montarnos en un pony. Yo iba presumiendo y fabulando que mi padre tenía establos y que yo montaba caballos y tenía uno muy bueno. Al llegar al picadero el señor nos dijo: Ya no hay más ponies pero tengo un caballo que lo puede montar alguno si uno sabe hacerlo. Me quedé horrorizado. Mis compañeros me decían, tú puedes, tú sabes... Yo podía negarlo todo y decir que les había mentido. Me subí al caballo, el señor lo llevó a la entrada y le arreó con todas sus ganas. No sabía que hacer, lo primero me agarré con las dos manos a la montura. Más adelante el caballo paró, entonces como en las películas del oeste si le tiraba de las riendas a derecha e izquierda se movía. Encima el caballo era muy bueno, los demás del establo se dedicaban a pararse a comer hojas de los arboles y este no paraba de trotar libremente. Encima tenía que tener cuidado con el roce de mis talones porque salía disparado. De este día creo que aprendí dos o tres lecciones.

El cura José María Fernández (el mismo que siempre me decía a lo hecho,/ pecho) salía a galope con otro caballo dándole con todas las ganas con la fusta. Me vio y me decía: Santos, qué bien montas.

Solo si Dios quiere que lo cuente bien lo contaré. 
Me he levantado a las 10 de la mañana.


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Rafael Flores tenía un taller literario en la Casa Castilla-La Mancha de Madrid y en Alcobendas en la Casa de las Asociaciones. Había huido de la represión argentina. Era muy conocido por las españolas porque bailaba muy bien el tango y era un picaflores (que ligaba mucho). En su clase se tomaba un whisky y fumaba delante de una embarazada metidita en meses (que no quería tener el hijo, y no pudo abortar, y se lamentaba de tener que ser madre). Los miércoles iba a su clase y le entregué un texto (que está en mi blog):


JUNIO 08, 2010

LA ADENTRADA NOCHE DE UN VALS: Texto no incluso CIX

"...y aquél que pierde la jugada
tiene derecho a un vals para mudar de mujeres".

(Alfonso Reyes)


Suena un vals en un cabaret, ¡qué raro!, una bailarina luce una pierna desnuda, unos señores ricos y barrigudos fuman sentados unos habanos, suena el acordeón de un marinero con una camiseta a rayas a quien una mala maniobra en el puerto de Constanza le dejó cojo; un fracasado aporrea un piano desvencijado, y toda la sala irrespirable da vueltas mientras; se saborea ginebra, y se apaga a intervalos la tenue luz. No hay nada malo en escuchar un vals en la medianoche del sábado, donde un grupo de hombres exhaustos, alienados, agotados, cansados ya de una semana de infierno, empiezan a paladear un fin de semana que comenzó hace unas horas, y un disfrute de semilibertad. Se bebe, se tropieza sin empujar de una mesa a otra, de la mesa a la barra...La carga dejó de imponerse, viene el relajo que permite unas monedas invertidas en alcohol.

De aquí nunca saldrá un claro amor o un definitivo amor, ni se atisbará una luz como el sol, uno será relamido por seres oscuros a sabor de sombras ratoneras. Si quieres una mujer por una noche, eso es lo que tendrás aquí, y no le des más vueltas a la melancolía fría. Pero si quieres, sal fuera del tugurio, y respirarás el aire fresco de las calles de paz. Mozo, aquí no encontrarás a tu chica, a tu eterna confidente, esto es un desierto: si te haces útil, encontrarás pronto a tu competidora fiel -continúa, despacito llega la verdad, la tristeza se pasa, dura poco si se madura-, y si la tratas bien te cuidará hasta el final de tus días. Te desmarrará de tu soledad, será el candil de la esperanza en los malos momentos, y un amor feliz, si sabéis renovarlo y revivificarlo (quien sabe, si un día llegarás a ser abuelo y los muchos nietos adornarán tu vejez).

Dura un lapso la vida. Como cargar y descargar en el muelle es satisfacción para el fuerte, así es para el que tiene un amor en su rumbo. Como obligación sé feliz, y haz felices a los que te hacen compañía.

A la semana siguiente vino cabreado y no hacía más que gritar y en especial dirigiéndose a mí. No sé que suceso le había sucedido en una acera con un bodoque(?) y se había hecho mucho daño y quedado cojo por dos semanas. Decía que casi pierde la pierna o el pie (?)...

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.


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Hasta Dios premiaba mi estupidez. ïbamos con mi madre de vacaciones a la playa. Mi hermano se sentó en el asiento de copiloto (yo era el hijo mayor y él era el segundo). Yo bramé y me puse furioso porque siempre iba delante. Salíamos de la calle Santiago Bernabéu y a la altura del Instituto Alemán de Concha Espina tuvimos una gorda. Mi madre le estaba dando la razón a mi hermano. Pero entonces mi madre se dio cuenta de que se había dejado en la acera de casa el saco de dormir con todo el dinero del viaje dentro. Eramos tres niños inaguantables.

Retrocedimos con el hálito en un puño. Allí estaba el saco de dormir pisado por la rueda. Mi madre cambió de opinión y me salí con la mía y me puso delante del coche.

Esto que se hizo no sé si es bueno o malo.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Quiero que se me juzgue por estas cosas en el Día del Juicio. Ahí van dos por las que merezco condena contra mi hermano Pablo.

En Calafell mi madre siempre me decía que dejara el rastrillo (de coger pichinas, cangrejos y peces araña en la orilla) en la terraza con las puntas para abajo (tenía unas siete gordas). Habíamos terminado de desayunar, apretaba el calor, mi madre dentro se daba prisa en recoger las cosas para ir a la playa, y mi hermano estaba saltando a la pata coja en la terraza.
De repente se atravesó dos dedos. Mi madre histérica, iba por la escalera sacándole sobre la marcha el rastrillo del pie a Pablo.

Mi hermano era más dócil y siempre tenía amigos. Le invitaban en invierno a Moralzarzal y en verano Santiaguito (el señor catalán que nos alquilaba la villa en Calafell, y que ya venía que no le gustaba que con mi triciclo entrara en la parte de su tierra colindante) se lo llevaba con su hijo en la lancha por la playa. Mi madre encima me hacía ver disimuladamente este hecho.
Pero yo tenía el mejor amigo del mundo, un mañico Ismael. No me voy a entretener en contar las innumerables aventuras con la bici que teníamos.

Un día mi hermano me dijo descaradamente porque esa tarde no tenía a nadie con quien salir, me voy a casa de Ismael. Entonces arrebatadamente le empujé contra un coche que estaba aparcado. Los guardabarros de entonces eran metálicos y a mi hermano le tuvieron que dar tantos puntos como un ancla de la marina española (encima el médico de urgencias-vacaciones no sabía coser y tuvo que ayudarle mi madre).

Todo el día me fui solo por el pueblo. Estaba consternado. Cómo podía ser tan malo. Hasta que no llegó la noche no regresé a casa. Me sentía muy culpable. Podía haberlo matado.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Contado esto ya no sé si vale la pena continuar. De niño hacía hileras de soldaditos por los pasillos de la casa de Santiago Bernabéu (me gustaban los alemanes, ingleses, españoles que eran pocos y los de la legión francesa del desierto, y los ponía contra los americanos verdes, rusos rojos y japoneses amarillos). Los tenían formados de una habitación a otra y querían que se quedaran en esa situación durante dos y tres días. Incluso me olvidaba de dejarlos así.

Un día tuvimos una visita de una señora cotilla (a mi madre separada que había vivido con toda clase de lujos, sus antiguas amigas venían a chafardear e incluso a decirla que había visto a mi padre con otra más joven, sin reparar en el daño que le hacían a mi madre).

Esa señora tuvo el error de pisarme las filas en formación. Monté en cólera y me fui a por ella. No más se tuvo que ir. Mi madre confortada me lo agradeció.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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En Calafell me fui con el primo (Iván?) de Ismael a pescar anguilas bajo el puente de las vías del tren (se tragaban el anzuelo hasta dentro). Me dijo que subiera al puente a coger caracoles de cebo. Subí y no me dí cuenta que el tren estaba en la estación, iba a arrancar e iba a ir a por mí.

Entonces el ángel de mi madre pasó en bicicleta por allí con mi hermana. Y lo vio todo. Temblándole las piernas, se llegó a las vías y me sacó. Sentada casi de desmaya.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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No puedo con todo esto. La frase que más daño ha hecho en mi vida fue cuando el hijo David de mi familia de Firhouse-Dublín dijo que en Irlanda también había playas como en España. Entonces le dije: Las playas de aquí son como "Normandy after the dese(i)mbark". Esto se convirtió en una cuestión de estado en los irlandeses del barrio. Me jugué el pellejo.

Un año antes cuando yo tenía (trece o) catorce yo estaba con una señora de más de ochenta años Margaret Cosgrave viviendo solos los dos en su casa de Terenure. Como no me podía lavar mis pantalones hicimos un pacto, yo me los lavaría y ella a cambio me dejaría la llave en la maceta o bajo la alfombra para que fuera a bailar al club social de la iglesia los sábados noches(Como yo no sabía inglés a esta viejecita todo lo que me decía la contestaba "Yes" (Sí). Así que acabé en una soporífera peluquería de señoras. A partir de entonces la decía No o me callaba).

Fue la primera mujer que me habló de la Casa del Diablo y de que ella de joven iba sola descendiendo ese monte y una mano la tocó por detrás. Me horrorizó, encima los sábados por la noche se ponía películas de terror (Drácula, Frankenstein...)

En esa travesía de Terenure un chico irlandés haciéndo la señal de V (vete a tomar por culo o fuck off) me puso la mano sobre la cara diciéndome repetidas veces "have you two pennys"-peniques. Tuve que refugiarme en una tienda de chuches. El señor de la tienda lo echó como a un vasco.

Esa tarde-noche al salir del club social un irlandés nos iba persiguiendo un quinqui a mí y a un francés, insultándonos por detrás. Me di la vuelta con ganas de darle un puñetazo y se lo di al aire. Inmediatamente se quitó el cinturón y recibí una patada en el muslo por un irlandés mayor (probablemente trabajador) que estaba con su novia en la pared de la parada. Salimos corriendo.

Con el pantalón blanco y una impresa señal de la patada del irlandés fui a misa a la iglesia de Terenure al día siguiente que era domingo.

Me sitiaron la casa cuando salía para ir al colegio. Tenía que saltar la valla por detrás, correr y despistarlos.

En ese barrio Terenure conocí a otro chico irlandés Stephen que decía que mataría a su padre cuando fuera mayor. Observé a su padre y se metía en el garaje con cubos de basura y patatas para hacer whisky.

Por ultimo me gastaron una broma pesada los del colegio. Uno me dijo que por dos paradas no me cobrarían el autobús que me llevaba a Terenure. El revisor se puso a mi lado y me pidió el dinero. Como no torcí el gesto, se bajó y se puso al lado del conductor. Llegaba mi parada. Le dijo al conductor "abre la puerta pero no pares". Afortunadamente subía una vieja encantadora.

Añado los dos primeros escritos-cuentos de mi vida por orden cronológico que también están en el blog:


MAYO 13, 2010

LA CRUZ Y EL RETRATO. Texto no incluso LV

Tenía los ojos azules, llorosos...ojeras profundas. Debió de ser rubia, hermosa en su juventud. Se había quedado viuda. La reina de Inglaterra podría ser su hermana.
Se encuentra mal; la he preguntado si quería algo. Nada. Su habitación está llena de vírgenes y reliquias, tiene un olor característico. Los ovillos y carretes están abandonados, dejó esa costumbre. Días atrás montaba en bicicleta, era prodigioso verla; cada pedaleo suponía el empuje giratorio de todo un cuerpo, ya viejo, ya cansado, ya requerido por la muerte; un empuje o el destino de la vida humana...¡avanzar! Ayer llegó triste, rígida, con el pavor en los ojos, le habían robado la bicicleta, su tesoro. Desde aquel preciso instante gustaba ir conmigo de compras; me había sustituido por un sillín y dos ruedas...¡me daba igual! Compra lo imprescindible. El irlandés es, por lo general, tacaño. Guardaba la calderilla en una hucha, un recuerdo de Londres. Después de comer, pasa las horas leyendo un mismo periódico, oculta tras él, te observa. Su vida se ha reducido a un jardín. Duerme al sol; piensas que está muerta. Se quemó un brazo, un recuerdo de Benidorm. Trabajó mucho, le sobresale un bulto en el costado. Su sombra es amorfa. Es amable y te ríes con sus cosas. Su hijo, un canalla, se casará cuando ella se muera, una forma de decirla que "se vaya". Su nombre, Margaret, lo acorta en Rita; siempre lo invocaba por casa, sonaba como a un insulto, pero a ella le gustaba. Un cura y varias señoras vienen todas las tardes. Disfrutan del té y no saben fumar, discuten y juegan a la canasta. En esta tierra los hombres duran poco. Ella sabe cocinar al horno con un arte de antaño ya conocido, de generación en generación, el mismo recorrido de la casa..., de su abuela a su madre, y de su madre a ella. Apenas come; cuando lo hace se asemeja a una ardilla. No tiene dientes.
Todas las puertas se cierran por la noche..., incluso las interiores. La principal tiene cinco cerrojos y la del huerto se bloquea con una pala. Todo queda a oscuras, excepto una placa roja que ilumina la cruz del pasillo y un retrato de cuando ella era niña. Sus ojos y su sonrisa perdurarían en mi memoria.
Por una postal supe que estaba internada en un hospital. Su hijo se ha casado.

(Terenure-Dublín, august 1977)

MAYO 13, 2010

LA CASA DEL DIABLO (HELL FIRE WOOD)

La carretera se hace larga, solitaria, pero atrayente. Los carromatos gitanos, gitanos rubios, se agolpan a ambos lados del camino: gallinas, perros y podencos andan sueltos, al igual que la chatarra. Alguien te observa en el interior de los remolques, pero no ves más que chiquillos con la cara sucia, grasientos e indiferentes. El cementerio judío celebra un entierro: rabinos silenciosos, sombras de la tumba, lloran sin llorar. Deslizan cuidadosamente la caja: no faltan las rejas encubridoras. Las demás casas están cerradas, franqueadas por algo misterioso. Gárgolas sin rostro, esfinges de demonios y animales mutilados, defienden los pórticos. Nadie responde. El amanecer es majestuoso; primero un sol radiante, luego nubes traidoras que lo ahogan, a continuación la lluvia, y todo en un lapso de tiempo. Un cruce une los sentimientos de miedo, ansias y tiempo. TIEMPO...hay tiempo...nadie te vigila, pero alguien te ve; estás solo pero tu espíritu aumenta con un presentimiento superior al de la libertad. Al fin lo ves: aquello a quien todos tienen miedo en la noche...HELL FIRE CLUB.
El sendero está resbaladizo, y los pies pierden el equilibrio en el paso por el fango. La subida se hace interminable. Una chica se desnucó en ella. Su tumba y la roca criminal te miran con recelo. ¿Qué se siente al pisar la muerte o al apoyarse sobre algo mortal? Nada. Al fin tierra firme: llueve fuertemente, y atrás queda la bajada. ANSIAS, incontenibles ansias: nadie te espera, te convences de ello. Ante mí unas ruinas: aquí dicen que habita el diablo. Hay techo y llueve dentro...¡qué mayor diablura! La humedad se apodera de la piedra, la oscuridad ya reinaba. Los ciegos no verían y los videntes se cegarían ante la panorámica: un Dublín triste, un mar bravío y unas montañas viejas.
Desde el balcón se divisaba todo: grité, creía dominarlo: el silencio sumiso de los árboles sería suficiente...continuaba lloviendo. La noche cayó de golpe, había perdido la noción del tiempo: corría, tenía miedo. MIEDO, acostumbrado miedo a lo que no existe. Resbalé y me puse perdido...no me importaba mancharme. Tras, y entre unas ramas apareció un toro irlandés sin cuernos. No, ¡no era el diablo! Los faros de un coche vislumbraron mi silueta de loco. No, ¡no era yo el que corría en medio de la carretera!, ¡no, no era yo el que me creía dueño de mi ser! No advertí el cementerio: estaban todos callados; pero sí a los perros que mantenían despierta y en guardia a la miseria gitana ya olvidada en el frío de la noche.
Descalzo, junto a la lumbre del fogaril y una taza caliente entre mis manos, adormecido al aroma del té, contemplaba guerreros entre las llamas. Mi rostro se quemaba. No habia visto al diablo pero había encontrado a Dios.

(Firhouse-Dublín, august 1978)



Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Creo que odiaba a los coches (mi hijo los ama). Cuando era joven corría por encima de ellos que estaban aparcados junto al parque de Berlín. Resbalaba llevándome los parabrisas de alguno. Una vez el cuarto coche era un seiscientos y lo hundí y casi me quedo atrapado con medio cuerpo dentro de el.

Solo lo que Dios quiere que cuente lo contaré.

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Yo tuve una novia gordita (con la que nunca practiqué sexo) que era fotógrafa. Se escondía en el garaje de Rosarillo Flores y le regalaba todo de fotos que la hacía en primera fila en sus conciertos. Por fin ella la invitó a entrar en su camerino después de uno en el Polideportivo del Real Madrid de la Paz (ella decía queredme mucho). Entré y nos firmó los autógrafos con mi bolígrafo plateado. La dije: "Ahora diré que este bolígrafo ha estado en manos de Rosarillo Flores". Me miró con muy mal fario.

Solo lo que Dios quiere que cuente lo contaré.

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Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.
No dejes de llorar.
Ya no hay nada más que contar.

23-24 de febrero de 2014 Por fin la luz del día M(8,12) a esta hora se debería salir de casa a trabajar M(8,33) a esta hora debieran salir los niños...

Estas tres palabras/ por favor, gracias y perdón/ me han hecho llorar mucho. Un papa Francisco que hace llorar.

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Te voy a contar unas cosas que sucedieron en mi casa de la calle Santiago Bernabéu 9.

Me acuerdo que mi padre forcejeó y entró por la fuerza en casa para llevarse unos papeles comunistas. Pegó y le dio un puñetazo a mi madre. Me puse a llorar. Tenía poco más de tres añitos. Todavía recuerdo mi imagen en el espejo (llorando).

Para una vez que vino mi padre Anselmo a Santiago Bernabéu a arreglarnos una persiana (mis padres estaban separados) mi hermano metió un cable en un enchufe y se electrocutó una mano quedándosela grisácea. No sé por qué mi padre no fue a buscar ayuda. Estábamos en un sexto piso y el portero (mi madre lo llamaba el espía de Castilla) no me dejaba coger el ascensor. Subí y bajé las escaleras a toda velocidad en busca de ayuda del farmacéutico de Marceliano Santamaría.

Estaba mirando por la ventana del sexto piso (daba vértigo). Y mi hermana vino y me cerró detrás la persiana. Mi cuello quedó atrapado. Yo gritaba a la calle "mamá, mamá"... Y mi madre por fin me salvó levantando la persiana.

Una vez encerré (sin querer) a mi hermano en un zapatero (para que viera las luces de un helicóptero). Menudo pánico. Otro día mi hermano cogió el zapatero con dos manos (como samsón y se lo arrojó a la chacha). Mi abuela Carmen de Barcelona me llamaba el inventor de las sopas de ajo. Nos subimos a un mueble de mesa movible a hacer de diligencia y volcó. Saltamos a ambos lados mi hermana y yo, y mi hermano que estaba en el centro, quedó atrapado, se salvó porque lo paró una cama.

Luego nos mudamos enfrente a Santiago Bernabéu 12 que era donde estaba la peluquería de lujo San Remo (donde los niños tenían caballitos de juguete, pero yo nunca quise cortarme el pelo ahí, mi madre me cortaba el pelo en casa).

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.


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Ni reposo de cabeza ni saber qué cosa era.

Tenía una anemia y me dijeron que tenía que hacerme la prueba del Sida. El médico me preguntó: ¿ha hecho usted algo inconscientemente? Le dije que sí.

Yo miraba el Cáliz de la Eucaristía, y decía en mi interior: "Señor, que tenga la sangre como tú". Las pruebas me las hicieron antes de Navidades y no me dieron el resultado hasta después de ellas. Tenía una anemia galopante de la mala alimentación en la Comuna de Manuel Uribe 12 (la casa de mi padre).

Como mis ideas parroquianas (yo tenía dieciocho años, mi madre se había volvi-uel-to-do loca, y quería conocerle, me fui a vivir con él) y las suyas comunistas (estalinistas) no congeniaban me echó de la Comuna (el pasado año con 83 años publicó un libro "Stalin, el Grande" en la editorial Edhasa).

En lo peor de mi crisis me dijo que tenía una pistola por si quería suicidarme. Luego me dijo que tenía que devolverla al Gobierno Militar (era capitán de artillería). Me la dejó en mi estudio y al día siguiente la llevé a las dependencias militares en el Paseo María Cristina-Atocha. No me lo podía creer (pero también me decía "no te fíes ni de tu padre", entre las contradicciones sacaba ventaja).

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.


Estaba buscando una habitación. Me cambiaba de casa cada año. Al salir de la iglesia de Santo Antonio de Bravo Murillo, iba por la calle de atrás, una viejecita de unos patios me gritó "ángel". Crucé y me metí en su casa. Me tumbé en la cama de una habitación.

La señora llamó a otras señoras vecinas viejecitas y estaban en el salón deparando. "Es extraño, yo creo que no es Ángel, este no es el huésped que esperaba". Me levanté, la dije que yo llegaría a las diez y media por las noches. Me dijo que eso no. Y me despedí.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Tenía 28 años y no sabía lo que era el sexo (a esa edad los números ya no se escriben con letra). Mucho ruido metían mi padre y mi hermano en la Comuna de Manuel Uribe (por las sucesivas crisis, tenía que replegarme y volver a la Comuna, porque la primera crisis fue con 22 años en el orwelliano año 1984). Decidí que ya era la hora. Fui a la calle Ballesta-Huertas? y entré en un bar de putas. Dije en voz alta quién quiere pasar dos horas conmigo. Todas salieron corriendo. Una gallega? quedó y me dijo que la siguiera.

Me quité el crucifijo y lo dejé en la mesilla (se extrañó). Me quitó el preservativo y me dijo que lo repitiéramos. La dije que no. Me dijo que necesitaba mucho dinero. La dí todo el dinero que llevaba (dos mil quinientas o tres mil pesetas).

A mi mujer ahora la digo que tengo polvos secos (que no sale más que una o dos gotitas) y que llegó así al orgasmo. Y no llego a nada.

Mi mujer dice que como los franceses (una cocinera en la cocina, una señora en la calle y una puta en la cama). Y cuando terminamos yo no me pongo sus bragas.

Después de ese acto lo que hago es ponerme las mudas del día anterior (calzoncillos y calcetines) para despistar a mis enemigos.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Mi madre era una estupenda peluquera. Escupía en los cabellos de una clienta antigua compañera de colegio (la denunció por pintarse las uñas y las monjas la sacaron de la escuela de Barcelona, por eso no sabía ni leer ni escribir, luego aprendió por sí sola). Un verano nos tiñó de rubio el pelo a mi hermano y a mí (con agua oxigenada?, así empezamos el curso en el Colegio San Agustín, un escándalo).

Con 18 años hice la mayoría de edad en la Parroquia de San Jorge y me confirmé. Las notas en el colegio resultaron sobresalientes. El cura Rafa me confesó y me dijo que mi padre no era tan malo a pesar de comunista y pudimos reconciliarnos (él ya tenía preparada una carta para romper conmigo y no volverme a ver y no pagarme la universidad, yo no lo sabía, justo el día después de la confesión en la cafetería Aitana en presencia de mi hermana con quien se llevaba tan bien y presumía de su belleza llevándola de cenas).

Yo me iba a meter a cura fijo. Entonces mi madre arremetió. Me tiñó el pelo de pelirrojo, le puso bigudís y con una peste insoportable me hizo ir a una reunión de la parroquia. El padre Rafa tiró la toalla sobretodo porque al día siguiente mi madre fue a montarles un escándalo, que me tenían comido el coco y a decirles de todo.

A veces pienso que mi madre va a volver del Inframundo, a meterme dentro y abortarme. Ella decía "yo os he parido, sois míos".

Santo, Santo, Santo es
el Señor, Dios del
universo.

Llenos están el cielo y
la tierra de tu gloria,
de tu gloria.

Bendito el que bien en
nombre del Señor,
- Hosanna en el cielo
(3)

Cuando era niño mi madre fingió su muerte. Que había tenido un accidente en la carretera de Alcobendas (mi padre trabajaba alli donde está hoy el Carrefour-laboratorios cosmética Juvena-carretera Fuencarral). Me hizo ir a la oficina de mi padre a contar la noticia. Mi padre cogió el coche con su equipo de dirección yendo al lugar del siniestro. A medio camino estallé a llorar.

El psicólogo Carlos Cosín, mi salvador (como el maestro Juan Blanco de Sedas y el cura Antonio de la Parroquia de San Fernando), me dijo que había tenido dos cafres de padres.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Yo tuve un jefe socio de la empresa Fernando Diago que estando su mujer bastante embarazada la hizo subir con un bebe y un perro los Alpes?. Yo con la mía hice lo mismo. La hice andar (ella quiso) de Rascafría al monasterio del Paular. Allí la dieron contracciones de Javier. Pero no pasó nada. Fui a por el coche al pueblo. Casi sale monje.

Mi jefe era alpinista. Me contaba que tenía una lista de sus amigos alpinistas franceses y que por un misterio se había muerto en el mismo orden. Me llevó un sábado a andar deprisa todo el día por las piedras de La Pedriza. Estuve dos días sin poderme mover de la cama y falté el lunes a su trabajo.

Yo andaba entre seis y siete horas diarias de gestiones a los Ministerios. Los fines de semana hacía entre 12 y 14 km diarios de senderismo (me hice el Viaje a la Alcarria con los Amigos del Camino de Santiago usando un autobús escoba).

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.


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Tenía un compañero chileno? de colegio que se llamaba como el astronauta Amstrong. Un día me invitó a hacer los deberes a su casa. Yo tenía dos berrugas en la mano que no se me quitaban. Su abuela me dijo que las íbamos a quitar. Nos pusimos en dos sillas de espaldas en dos rincones de una habitación. Cada vez que yo me tocaba una, se lo decía (estábamos de espaldas) y ella hacía un nudo en un hilo negro. Así hasta dos. Luego nos dijo que bajáramos al portal, y que sin que se me cayera de los dedos, dejara el hilo en el hombro de un hombre que pasara. Yo no me atrevía a tanto y se le dejé a un perro. Las dos berrugas desaparecieron en esa semana.

Entusiasmado en una fiesta de pijamas con las hermanas de Amstrong (tenía muchos hermanos) llamé a mi casa a la hora de cenar. Mi madre no estaba. Y le di a mi hermana el recado que me quedaba a dormir en casa de mi amigo. Por un instante cambiaba de familia.

Al día siguiente mi madre me estaba esperando en el colegio y menuda bronca me echó el profe Amador.

Con el profe Amador había algo raro. Yo había suspendido cuatro asignaturas por Navidad. Mi madre compró cuatro botellas de champán, las metió en una caja, se hizo con la dirección del profe en Arturo Soria, me llevó en coche y allí me hizo ir solo a la entrada de su casa a dárselas.

Me abrió su mujer. Y aprobé el curso hasta la fiesta del Gurugú.


Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Nunca los hijos deben ver a sus padres desnudos ni practicando sexo.

Una tarde de colegio las clases acabaron media hora antes y me fui para casa. Era una situación extraña. La primera vez que en el colegio me daban un respiro.

Al llegar a casa había mas cosas extrañas. En el salón había whisky y unos panchitos. Fui a mi habitación que compartía con mi hermano. Y allí vi una escena dantesca al encender la luz. Mi madre con una señora y un hombre. Los tres había unido las camas de mi hermano y mía para hacer el amor.

Salí de allí bramando a pasear a la perra. Pobre Greti.

Para más "inri" mi madre me hizo ir a ver a ese hombre al día siguiente. Era un carnicero de Aluche (por eso odio tanto a las poblaciones del Sur de Madrid) y delante mío le dijo a él y sus ayudantes "lo ves, no pasa nada" (quizás nos estuviera alimentando de carne).

También mi madre guardaba revistas alemanas de pornografía en la despensa. Mi hermano y yo nos hicimos con la llave y nos pusimos ciegos.

En mi casa las persianas siempre estaban bajadas, no se limpiaba el polvo, ni se cambiaban las sábanas y estaba lleno de cucarachas (mis interminables amigas que se comía mi mascota, una codorniz,  a una velocidad de vértigo. Hasta que Greti la despanzurró en el patio a esta ave para ser cazada). Incluso una obra de fontanería nos dejó un boquete abierto más de un año y como no teníamos dinero entraban y salían ratones que yo mataba con la escoba.

Nunca íbamos al dentista y muchas veces no cenábamos si mi madre no nos traía un bocadillo que conseguía de copas? en el bar de abajo de la calle Santiago Bernabéu.

Aun no sé cómo no salimos criminales.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Un ciego de una imprenta de Estrecho me encuadernó mi diario del viaje de fin de graduación-curso La Italia Dorada (1981) por 500 ptas (pesetas, cuando nos hicimos con el euro todos los pecados de Europa cayeron sobre nosotros) donde yo guardaba cuatro recortes del periódico de literatura del Colegio San Agustín que dirigía el cura P.Crisógono (que escribía en el ABC y que lamentablemente no pude hacerme con sus escritos, ni pude guardar ninguno y son muy reveladores). Prometo hacer una entrada en el blog (COLEGIO SAN AGUSTÍN) con el Diario de Abordo de COU D y En Defensa del Colegio Nos Despedimos. Pero los otros dos recortes eran también muy reveladores de Manolo Olmedo y de Elena Martín (compañeros de mi clase).

Es importante fijarse aquí en lo que voy a expresar porque predecían algo: LA MUERTE DEL HOMBRE-RELOJ.

Manolo Olmedo escribía así un poema:
ELEGÍA A JOHN LENNON
De la voz melódica pasaste
al grito desgarrador;
después te precipitaste;
hoy vuelas por la penumbra
del ayer, del mañana,
mañana volaremos, sí,
volaremos contigo
cuando de las sombras
salga el arma, nos derribe
y caigamos para no volver
jamás con intenso dolor,
entonces otros verán
el rostro funesto de la muerte.
Hizo falta ser hombre
para entender... que hoy
tu música será muda
y en tanto que esa ayer
hablará... por años, por siglos.
Hoy tu callada voz,
hoy tu sinfonía sorda,
exclaman: ¡SOY LIBRE!

Le comenté que podía empapelar las paredes de su habitación con esquelas del ABC. Le pareció una brillante idea. Que así lo haría.

El segundo texto es de Elena Martín Arranz (era la mejor amiga de Ana? la hermana de mi primo carnal Javier Prades, hoy cura teólogo director o rector del Seminario de San Dámaso-junto a la Catedral creo que tuvo una crisis anoréxica?coincidiendo con la mía en 1984). No sé porqué con violencia la asalté unos años después en Chapandaz-Mocloa diciéndola "tú y yo teníamos que haber hecho el amor" (en Irlanda? porque era mi vecina de Firhouse). Nunca comprendí esta mi violencia sexual. Tuvo que refugiarse tras una moto de la acera yo venía de la acera de enfrente. Nada más verla esa tarde allí fui a por ella. Por supuesto no la toqué pero salieron de mí esas palabras tan violentas a Elena Martín.
LA NIÑA QUE NO LLEGO A SER MUJER
La casa estaba oscura. Un silencio la envolvía. Tuvo miedo. Sus padres se habían marchado, hacía rato. Le sobraba el tiempo... ¿Pero cuánto le quedaba? Dio unas vueltas por la casa. Sus pasos retumbaban en el pasillo. Se acercaba lentamente al horrible lugar. Se miró al espejo. Sería la última vez que su odiada imagen se vería en el espejo. Estaba nerviosa. Las manos le temblaban. Su corazón latía demasiado rápido. Fuertes escalofríos recorrían su cuerpo. Estaba empapada en sudor. Sentía la garganta seca. Se podía percibir un ligero temblor en sus labios. Las lágrimas se asomaban en sus ojos. Sollozaba. ¿Hasta cuándo duraría esta agonía?
Se dirigió a la cocina. ¡Allí estaba! Brillante y espantoso. Sí, allí estaba. Con manos temblorosas lo cogió, Tenía que ser capaz, debía ser capaz. Se quitó el reloj. Ese reloj comprado en Canarias que consiguió pasar de contrabando.
El filo rozó su piel. Fue un corte violento. Se sintió feliz. Por fin la sangre brotaba. Lentamente, muy lentamente... La vista se le nublaba, todo daba vueltas. Llevó sus manos ensangrentadas al rostro. Notó el líquido caliente brotar por su cara. Sintió frío. Sí, todo era como una caricia, una amarga caricia. Sintió un mareo, tropezó y cayó. En el suelo, la sangre seguía brotando. Su camisón blanco se encontraba salpicado por aquel líquido rojo, que ahora teñía todo su cuerpo de niña.
¡Qué delicia! ¡Qué dulce era todo! Su vida fue pasando por su cabeza. Dublín, Londres, París..., ¿qué significaba ahora?
Ya no sentía nada. El líquido seguía fluyendo. La casa seguía oscura, pero ella ya no sentía miedo. Sonó el timbre de la puerta, pero ella ya no lo oía. No lo oiría nunca.
Bañada en un charco de sangre, la cara empapada en sudor, una mueca de dolor en su rostro, tirada en el suelo yacía una niña... Una niña que nunca podría llegar a ser mujer...

Me pregunto si el Espíritu ya está determinado al nacer como el de María del Carmen González-Valerio y Sáenz de Heredia. Por eso esos escritos.

 Me acuerdo que en Firhouse una noche Elena Martín vino a mi casa a pedir ayuda. A la hija de su casa (con dieciséis años) su novio Eoin la había dejado embarazada. Su madre estaba tirando toda la vajilla y todos los objetos al suelo (en Irlanda está prohibido el aborto y el divorcio). Esta señora se dedicaba a perseguirme cada vez que me veía paseando con una irlandesa (aun cuando fueron muchas, 27 en un verano, yo solo las besaba y las tocaba las tetas).

Un día en un partido de baloncesto quedé con tres a una hora siguiente y diferente, a las 5, a las 6 y a las 7 del día siguiente. Se presentaron las tres a las cinco (encima la hora del té, me quedé sin té, una me dijo que si la consideraba una puta, y tonteando casi la tiro por una valla, me salvó el palentino Angél-ancle que se tocaba el tobillo para decirlas su nombre, y que ya entonces me llamaba "esquizo").

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré
No quiero contar más

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No me quería acostar esta noche sin contar otra cosa M(23,57).

Mi hicieron cirugía estética con dieciséis años. Yo tenía un muñón en la boca, no tenía labio superior y el de abajo era el doble y triple de grande. Me cosieron la boca. Estuve 15 días comiendo por los laterales potitos (asquerosos). Descosieron y limaron los labios pasando una arteria por abajo para que lo regara todo y dejando la marca M (Ard Rí, en ella veo el rostro de Dios, una boca de lobo, la nube que nunca acaba). Es un honor de las irlandesas que me besaron antes y después de la caída de esta pared.

Las españolas me detestaban, ¡epa!
Y aquí se me olvida algo.

Solo lo que Dios quiere que cuente lo contaré.

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Estoy que voy a escribir ahora es muy difícil de escribir. Ellos no quieren que lo escriba.

I

Al Demonio me lo comí y lo llevo dentro de mí. Pero yo no soy mujer. Y no puedo parir.
(la manzana de Aple)
Teniendo el Demonio dentro el Diablo puede atravesar la puerta.
Nunca te diré el portal de mi casa
Mi conejo blanco se come a los Invisibles.
pero sí el piso 3C
No sé ni lo que estoy diciendo. M(01,0-13)

Hay una idea que si se la contara a un hombre moriría ipso facto.
Yo tuve unos segundos para salvarme.

Pensar era arriesgado.
Los curas deben explicarnos bien las cosas.

La gente sigue suicidándose en la mosquitera de Éeel.
Y el D(ii)ab(k)lo haci(e)éndose más gordo.

Soy un iluso.
No se puede convertir al Príncipe de Este Mundo.


II

No sé porqué he dormido tan poco M(4,44)
Mi mujer me sube la dosis de Risperdina a 1 (uno más).
Si muere mi hijo y yo se retrasará la Reconquista del Espacio 300 años.
Pero los pà(a)raterrestres nos hicieron retroceder a la Tierra(a)...
Allí quedó el último mono y la Piedra y la Cocha de Santiago. Y la Cruz...
Le puso una flor
¡La Virgen!

Mi mujer se jugó la vida y la de su hijo André(e)s.
Qué pudo ver en mí (su fe)
Para aceptarme en su casa.
Sino que fue su hijo Andrés Domínguez quien
tomando una tortilla francesa en la cocina me dijo:
"Quédate con nosotros".

Jobs era su jefe pirata extraterrestre.
Nunca murió. M(5,16)

Cuando quiero contactar con ellos
(soy tímido y no me atrevo?)
(¿Javier qué quieres?)
No tengo más que imaginar la Casa de Socorro
Marítima de la Cruz Roja de Calafell.
Mi hijo sería el Mejor Astronauta.
Y Andrés su Mejor Capitán.
Habría que besar todo lo que nos salvara.
Yo me quedaría en la Tierra.
La novia de Andrés tiene la cara de la Virgen de Fátima.
Su aniversario siempre es el 28 de cada mes desde julio?
De ellos saldrían también los mejores astronautas M(5,04).

¿Huyen las tintoreras extraterrestres?
¿Son los paraterrestres como nosotros? Como la Merkel.
(ojo creo que los paraterrestres son buenos)
No sé cuántas locuras (tonterías) estoy diciendo hoy M(6,01).

26-27 de febrero de 2014


III

DIARIO DE JAVIER
FEBRERO-MARZO 2014
"La adolescencia es cuando el sexo está desarrollado y es el tiempo del amor y dedicarse a sus propias decisiones..."

(no me escribió todo)


Solo lo que Dios quiere que le  cuente le(01) contaré(1!).
M(00,32-33)

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Hoy es un día importante para mí.
Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

Yo puse 10.000 en el aborto de mi primer hijo con la rumana Raluca Paicu (Drácula?). Yo era un esquizofrénico y ella quería para su hijo el mejor colegio y la mejor casa (de hecho ella quería practicar el levirato con mi hermano Pablo que era el dueño de la empresa de Anselmo). Yo la dije que nos casáramos y tuviéramos el hijo. Mi padre Anselmo decía que ella era una arpía y que tenía que abortar (gritaba a la entrada de la Comuna de Manuel Uribe, ¡esa chica tiene que abortar!, ¡esa chica tiene que abortar! (cuando era director de Juvena, envío a una vendedora de stand a abortar a L0ndres y luego la ascendió a demostradora de belleza). El aborto en la clínica Dator valía 40.000. Lo íbamos a pagar a la mitad. Pero al día siguiente yo me encontré 10.000 pesetas en la ventanilla del Santander donde ingresaba los talones de la oficina. Ella se enfada e indigna. Ella me pidió que la acompañara (ningún hombre acompaña por estas cosas, yo estaba solo en la sala). Duró un instante. El que su (condena) eternidad. Ella nunca salió de la depresión.

Si un hijo mueres paga con otro hijo vida. Maite quería tener un hijo mío. Esto era Atroz. Yo era un esquizofrénico. Puesto pienso creo que Dios me perdonó mi pecado mortal. Cogí todos los preservativos y les dí con unas tijeras un corte por la mitad y así les dejé en la caja. Dios me dio a Javier. Pero tengo una deuda con Rumanía?

Una vez fui a confesarlo a la iglesia de Santo Antonio de Bravo Murillo pero al mencionar que había abierto una revista pornográfico, el cura dio un tremendo golpe al cajón del confesionario y se marchó...No es que no me diera la absolución es que me negó la confesión (6,47)

A mí nunca me ha gustado el hacer el amor. Es de una bestialidad inmensa M(5,54). Las mujeres son así. Mi esposa dice que la Virgen María tuvo relaciones sexuales con el casto José.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Mi primer VOS fue BOSCH un niño que murió de Leucemia cuando yo era niño en la clase del Colegio San Agustín. Su más tierno amigo y fiel era ACASO. Ambos ocupaban el pupitre 1 y 2. Una tarde fui con BOSCH a la tienda de PORSCHE en Concha Espina con la Plaza de Sagrados Corazones (vecina con la casa de Manuel-0 Olmedo a por pegatinas de coches formidables (creo a mí no me atraían) y a él le gustaban mucho. Fue el primero que vi subir al Cielo.


Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Viaje en barco Algeciras-Ceuta delfines

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.


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Siete PIcos-senderismo nieve peligro de muerte

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré

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