Los que recorren Alcobendas todos los viernes repartiendo octavillas
del Siete Días acaban cansados y deseando una bendición para todos los del
pueblo que les dure todo el fin de semana y se les dé un cambio progresivo para
la semana siguiente.
Gaia no es consciente de la inteligencia de la biosfera ni siente ni
padece las ondas electromagnéticas ni el recurso de la bomba nuclear porque los
seres humanos se están apretando el cinturón y ninguno de ellos es importante y
acabarán por darnos el rancho y el nicho sin llegar a apreciar qué es el ocio y
qué es la libertad y se establecerá un tiempo de obsolescencia.
El Manifiesto del futurismo preconizaba la agilidad, el movimiento, la
rapidez y la velocidad y los avances tecnológicos así nuestros parques se
hicieron para el cubismo en vez de para el reposo metafísico y aún no acierto a
considerar que queden más gentes y cosas conservadoras sobre la faz de la
tierra y todos estos temas recurrentes sin resolver y atrapados en una red de
la inoperancia y el adolecer necesitan de procesos como una peste, una guerra,
una crisis y un hambre, una vejez y una muerte para que desaparezcan pero en qué
lado iniciarlos y llamarán católicos y reaccionarios a los que no quieran este
efecto devastador.
Antes cuando iba a la cafetería de El Corte Inglés de Sanchinarro tenía
que ir bien vestido pero ahora la gente tiene malas pintas y ha perdido los
modales y como bailan las baldosas desde que presenciaron la quema de La Vela y empezó a oler mal ya no tiran de la cadena en los servicios en
eso el Carrefour de Alcobendas lo entendió muy bien desde el principio y les
hizo recorrer el camino inverso y así se estableció la clase ruda e intermedia
porque ya no se comprará mucho con poco dinero sino al revés.
Y pensar que el epígrafe de actividades económicas que me pone la
funcionaria de mi Ayuntamiento de Alcobendas es de un trámite de novela negra
de Dashiell Hammett y que en el corporativismo nadie me quiere poner bien el 9
de mi código postal de la calle Caléndula por más que se lo digo y yo pienso qué
sé qué maridos tendrán ellas y esto no es la marca es la materia con que están
hechos los españoles.
Con este multiculturalismo dónde meto la religión si todos los libros
buenos del Ayuntamiento de Alcobendas se los llevan a los ricos pejilgueros de
la Biblioteca de La Moraleja, y si por darnos la razón nos la dan al pueblo del
casco antiguo con cualquier teoría marxista y de la teología de la liberación y
del Papa Francisco, dennos también para evolucionar los buenos libros, los
buenos profesores, los buenos médicos, las buenas casas y la buena alimentación,
y no tenderemos al malestar social que es más fácil darnos por imposibles y sin
evolución.
En bolsas grandes llevaban los libros a las casas de La Moraleja y allí
hacían lectura en voz alta como ocasión de vida social mientras en el pueblo la
lectura se hace silenciosa porque caen chuzos y el frío intenso en los
soportales acalla la voz y lleva a prescindir de las palabras y a hacer lumbre,
el libro que te presté ha estado en la playa y en la piscina y casi hacen leña
con él, y la vista con tanto calor está como perdida, y las chicas valen mucho
más para las parrafadas porque una rapsoda es más rara en Alcobendas que el
deambular de las merinas de la Cañada Real, y el libellus amatorio de Ovidio
creó la figura de la lectora y algunas señoras que no leen son tan
cuadriculadas que parecen de otro planeta y sabes por qué amiga sé que eres del
Opus Dei porque te huelen los pies y nadie ha elegido morir por ti, aquí una
mujer en el pueblo lo que quiere es que la diviertan, que la hagan reír, que la
escuchen y que la comprendan y un buen polvo con generosidad en el regalo no
está de más, y queremos que sus hijos crezcan fuertes y la tierra aquí ya dará
conversaciones interesantes.
A mí me la suda la
castración psíquica de Abelardo y Eloísa como que le pongan algún día velo a
las mujeres pero me molestaría que con el billete del metro el torniquete no me
dejara acceder al Infierno y mi desprecio a toda la maroma loca que se mueve por
Mad-madrid que ya estoy harto de tanto aguantar pero basta ya de decir
tonterías, he de decir que ahora cruzo por los pasos de cebra y que sufro y me
compadezco como en un Purgatorio de la meseta central de mis semejantes y que
como un basilisco y dybuk pongo planas las puntas de mis enemigas pero ahora he
de decir que el cielo de Madrid es de 1966 y está frente a la Moraleja.
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