Eres feliz me dijiste/ cuando se te rompió la silla en la que estabas sentado,/ lo mucho cansa/ y lo escaso encanta,/ hazte de rogar,/ entre mensaje y palabra/ haz pausa y silencio,/ dazte de valer,/ quédate toda una tarde sin chatear,/ somos tantos,/ cómo va a destacar de entre la masa/ la cabezota de la hormiga Anz.
Ya no regamos las plantas ni se riega otras cosas,/ el bote de propinas también lo han puesto en la panadería como en el bar,/ tiramos cientos de perdigones sin acertar el palillo ni llevarnos la botella de vino a casa,/ tu helado tiene sabor a tutti frutti de Elvis,/ a-wop-bop-a-loo-bop-a-lop-bop-pop-loco robo,/ ahora me das por un euro cien pesetas/ por la cara financieros os habéis quedado en la Route 66 americana.
El funcionario quiere un trato especial/ no le puedes tratar con naturalidad/ porque él es del Estado/ tú viejo das asco con tanto dinero/ y él te fastidia con la normativa,/ y el corrupto tenía por testículos/ dos kiwies que una ave inspectora de Nueva Zelanda/ hacía estallar con un pico muy largo/ aunque al no tener alas/ no se los podía llevar a la Dirección General de Tributos/ pero que los olía/ en cuanto que rezumaban el color brillante/ de los billetes verdes en la caja fuerte.
No es que no deba saber más/ ni me duerma en reposo/ sino que necesario es saber lo que conviene/ para las prácticas diarias como ganar dinero/ como cocinar/ como educar a los niños/ y como convivir con los vecinos/ así saber esperar a que nadie nos moleste más/ porque el mundo está perdido/ y la paz resulta de que se alejen todas estas gentes/ y estos ruidos de mi presencia/ quien les mandó salir para tropezar contigo y llamar a tu puerta/ por qué tengo que recordarlos y tenerlos en consideración/ como si fueran más preciosos que yo/ el calor/ el frío/ el observador y hagamos lo que el notario nos dijo/ el inquisidor que se mete en mi mundo/ lo que Dios ha unido/ que no lo separe el hombre.
Podrán ponernos turnos de trabajo cuartelarios y uniformados con evaluaciones productivistas pero esta sociedad será más sana y no estará perdida si nos dejan comunicarnos en internet y las redes sociales porque podremos habitar de una manera más creativa y poética, terapéutica en todos los tiempos de crisis que vengan y que sea un desvío y transformación metafórica de la realidad que básicamente siempre resultará negativa para la humanidad.
Qué me importa la opinión pública de los vagos que están en las salas de los ambulatorios, lo que me importa es el criterio de las funcionarias del departamento del impuesto de la renta, y la salud mental de los policías que llevan pistolas, y la de los asesores financieros de los bancos que no sean unos desalmados, y que los políticos no sean escurridizos de meninges como los socialistas, incluso que esté haciendo lo apropiado en mi trabajo y en mi casa y cuando cojo el coche.
Tú no entenderías a los norteamericanos, como tampoco entenderías ir en un taxi mercedes por el paseo de Recoletos, y bordeando la Cibeles parar ante la gran puerta de la Biblioteca Nacional a aprender historia sin el juez Garzón, y menos todavía si contigo va la señorita Su Lee de Taiwan, que está haciendo turismo por aquí y duerme en un hotel de Alcobendas, y se pasea todas las mañanas por el parque de Andalucía lleno de patos y ocas, y que al ver el surtidor piensa en ti y en un niño español, y que por cierto se dejó el móvil en su casa, y mira extrañada a la gente de la ciudad, por eso todos los tesoros nos pertenecen porque sabemos cómo agradarlos, y los jueces y políticos de izquierdas de aquí no son más que fantoches de lo que podrían ser/ si tuvieran todo el poder chino.
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