La redención está subordinada al fin primero del que habla Llull. Si Cristo levantó con la redención la naturaleza caída, fue únicamente para que de nuevo fuese apta para el fin porque había sido creada. De ningún modo puede estar la encarnación subordinada a la redención; Cristo es ante todo previsión de pecado. Y, según el Doctor Iluminado, no puede ser de otro modo en un orden de cosas en que entre Cristo. Estando las cosas subordinadas unas a otras, la que ocupa siempre la cima de la perfección y de la excelencia tiene que ser el fin de las demás. Tal es la humanidad de Cristo. Todos los seres creados, pues, se ordenan a Cristo, y Cristo a ninguno está subordinado. Llull lo prueba por el orden que necesariamente ha de existir en el divino querer. En realidad de verdad, si Cristo se ordenara a algo creado, por ejemplo, dice Ramon, a la exaltación de la humana naturaleza o a la redención de la misma, habría de decirse que en la escala de los seres creados hay algo más amado por Dios que Cristo. El ser al cual Dios hubiese ordenado a Cristo como a su fin tendría alguna dignidad que le haría superior a Cristo y, por ende, más amable a los ojos de Dios que Jesucristo mismo. Lo cual no puede admitirse, pues estando la humanidad de Cristo, dice el Doctor Iluminado, unida a Dios, es más noble y poderosa... que las restantes naturalezas de todos los hombres; de lo contrario, Dios amaría más lo que le es remoto pues lo que le es inmediato, más lo que está fuera de Él que a sí mismo.
Padre Nicolau
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