ME RESULTÓ MUY CURIOSO COMPROBAR LA CANTIDAD DE PACIENTES QUE SE SENTÍAN DESTRUIDOS POR ALGUIEN. UNO DE SUS PRIMEROS PACIENTES, ACOSADO DE FORMA PERVERSA EN EL TRABAJO, TERMINÓ SUICIDÁNDOSE. INSOMNIO, MIGRAÑAS Y DOLORES DE ESTÓMAGO SON LOS PRIMEROS SÍNTOMAS DE LAS VÍCTIMAS DEL ACOSO MORAL. ALGUNOS COMIENZAN A BEBER Y A ABUSAR DE LOS TRANQUILIZANTES. LUEGO LLEGAN LAS DEPRESIONES PROFUNDAS.
RESULTA SORPRENDENTE QUE MUCHAS EMPRESAS NO LLEGUEN A COMPRENDER ALGO TAN ELEMENTAL Y SIGAN MANTENIENDO EN PUESTOS CLAVE A ESTA GENTE COMPLETAMENTE DESTRUCTORA.
I
La posibilidad de destruir a alguien sólo con palabras, miradas o insinuaciones es lo que se llama “violencia perversa” o “acoso moral”.
Estas insidiosas agresiones proceden de la voluntad de desembarazarse de alguien sin mancharse las manos. Porque avanzar enmascarado es lo propio del perverso. Ésta es la impostura que hay que desvelar para que la víctima pueda volver a encontrar sus puntos de referencia y sustraerse a la influencia de su agresor. Lo que es: un verdadero “asesinato psíquico”.
II
Cuando un individuo perverso entra en un grupo, tiende a reunir a su alrededor a sus miembros más dóciles con la idea de seducirlos. Si un individuo se niega a alistarse, el grupo lo rechaza y lo convierte en chivo expiatorio. De este modo, entre los miembros del grupo, se crea una relación social en torno a la crítica común de la persona aislada, y en torno a los cotilleos y los chismes. En este punto, el grupo ya se halla bajo la influencia del perverso e imita su cinismo y su falta de respeto.
El objetivo de un individuo perverso es acceder al poder o mantenerse en él -para lo cual utiliza cualquier medio-, o bien ocultar su propia incompetencia. Para ello, necesita desembarazarse de todo aquel que pueda significar un obstáculo para su ascensión, y de todo aquel que pueda ver con demasiada lucidez sus modos de obrar. No se contenta con atacar a alguien frágil, como ocurre en el caso del abuso de poder, sino que crea la misma fragilidad a fin de impedir que el otro pueda defenderse.
El miedo genera conductas de obediencia, cuando no de sumisión, en la persona atacada, pero también en los compañeros que dejan hacer y que no quieren fijarse en lo que ocurre a su alrededor. Es el reino del individualismo y del “allá se las componga cada cual”. Los compañeros temen que, al mostrarse solidarios, se los estigmatice.
III
La técnica es siempre idéntica: se utiliza la debilidad del otro y se lo conduce a dudar de sí mismo con el fin de anular sus defensas. Mediante un proceso insidioso de descalificación, la víctima pierde progresivamente su confianza en sí misma y, a veces, está tan confundida que le puede dar la razón a su agresor:”¡Soy una nulidad, no llego, no estoy a la altura!”. Por lo tanto, la destrucción se lleva a cabo de un modo extremadamente sutil, hasta que la víctima comete errores ella sola.
Algunos patrones tratan a sus empleados como si fuesen niños; otros los consideran como sus “cosas” y piensan que los pueden utilizar a su antojo. Todas las innovaciones e iniciativas que podría aportar el empleado quedan de este modo anuladas. Sin embargo, cuando el empleado es útil o indispensable, para lograr que no se marche, hay que paralizarlo e impedir que piense; no debe sentirse capaz de trabajar en otra parte. Es necesario hacerle creer que no merece más de lo que ya tiene en la empresa. Si se resiste, hay que aislarlo. No se le saluda, no se le mira, se ignoran sus sugerencias y se rechaza cualquier contacto con él. Luego vienen las observaciones hirientes y descorteses, y si con ello no basta, se da paso a la violencia.
IV
De los casos clínicos descritos, podemos concluir que la relación de acoso se desarrolla en dos fases: una, de seducción perversa; y otra, de violencia manifiesta. La primera fase se puede prolongar durante varios años.”Quitar el seso”. Se instaura gradualmente durante los primeros tiempos de la relación, a través de un proceso de seducción. En esta fase de preparación, se desestabiliza a la víctima, que pierde progresivamente confianza en sí misma. Primero, hay que seducirla y, luego, lograr que se deje influir para, finalmente, dominarla, con lo que se la priva de toda parcela de libertad posible. La seducción consiste en atraer irresistiblemente, pero también, en un sentido más jurídico, en corromper y sobornar. El seductor falsea la realidad y opera por sorpresa y secretamente. No ataca nunca frontalmente, sino de modo indirecto a fin de captar el deseo del otro, de ese otro que lo admira y que le devuelve una buena imagen de sí mismo. Es una seducción narcisista.
V
La conducta perversa no incluye únicamente una persecución del poder, sino también y sobre todo una utilización del otro como si fuese un objeto, o una marioneta, algo que al perverso le produce un gran placer.
VI
Le parece legítimo rebajar a quien haga falta con tal de adquirir una fuerte autoestima. No tiene ningún respeto por los demás. Resulta asombrosa su ilimitada animadversión, que suele provenir de motivos fútiles, y no tiene ninguna compasión de las personas que se encuentran acorraladas en situaciones insoportables. Quien inflige violencia a otro individuo considera que éste se la merece y que no tiene derecho a quejarse. Para el agresor, la víctima no es más que un objeto que molesta. Niega su identidad y su derecho a tener sentimientos o emociones.
La víctima, ante esta agresión que no comprende, se siente sola, ya que, en todas las situaciones perversas, los que las presencian se muestran cobardes e indulgentes. Temen convertirse, a su vez, en blanco de las agresiones, pero, en ocasiones, también gozan sádicamente con el espectáculo de la destrucción.
Por contra, un manipulador perverso no soporta la más mínima oposición a su poder y transformará cualquier relación conflictiva en odio, hasta el punto de querer destruir a su oponente.
VII
La comunicación se deforma con objeto de utilizar al otro. Para que siga sin comprender nada del proceso que se ha iniciado y para confundirlo todavía más, hay que manipularlo verbalmente. Arrojar confusión sobre las informaciones reales es esencial cuando hay que lograr que la víctima se vuelva impotente.
La violencia, aun cuando se oculte, se ahogue y no llegue a ser verbal, transpira a través de las insinuaciones, las reticencias y lo que se silencia. Por eso se puede convertir en un generador de angustia.
El perverso no practica la comunicación directa porque “con los objetos no se habla”.
Cuando a un perverso se le pregunta algo directamente, elude la comunicación. Como no habla, impone una imagen de grandeza o de sabiduría. Penetramos así en un mundo en el que la comunicación verbal es escasa.
VIII
El discurso paradójico se compone de un mensaje explícito y de un mensaje sobreentendido. El agresor niega la existencia del segundo. Ésta es una manera muy eficaz de desestabilizar al otro.
Una de las formas del mensaje paradójico se basa en sembrar la duda sobre algún hecho más o menos anodino de la vida cotidiana. La víctima termina desquiciada y ya no sabe quién está en lo cierto y quién no.
Queda un rastro de duda:”¿Ha querido decir lo que decía, o lo estoy interpretando todo al revés?”. Si la víctima intenta aclarar sus dudas, acaban calificándola de paranoica y acusándola de que todo lo entiende al revés.
Muy a menudo, la paradoja se debe a la distancia que separa lo que se dice del tono en que se dice. Esta distancia hace que los testigos confundan completamente el contenido del diálogo.
El discurso paradójico asume al otro en la perplejidad.
Los mensajes paradójicos no son fáciles de identificar. Su objetivo consiste en sumir al otro en la confusión para desestabilizarlo. De este modo, el agresor mantiene el control de la situación y enreda a su víctima con sentimientos contradictorios. La mantiene en falso y se asegura la posibilidad de hacerla caer en un error. La finalidad de todo ello, como hemos visto, es la de recuperar una posición dominante, y pasa por controlar los sentimientos y los comportamientos del otro, y por procurar incluso que éste termine por aprobarlo todo, al tiempo que se descalifica a sí mismo.
IX
La mentira también puede agarrarse a los detalles.
Dígase lo que se diga, los perversos siempre encuentran la manera de tener razón, y esto les resulta más fácil cuando ya han logrado desestabilizar a su víctima y ésta, contrariamente a su agresor, ya no disfruta con la polémica. El trastorno que se provoca en la víctima es una consecuencia de la confusión permanente entre la verdad y la mentira.
Como podremos comprobar en el próximo capítulo, la mentira de los perversos narcisistas sólo se vuelve directa durante la fase de destrucción.
A los perversos les importa muy poco qué cosas son verdad y cuáles son mentira: lo único verdadero es lo que dicen en el instante presente. A veces, sus falsificaciones de la verdad están muy cerca de las construcciones delirantes. El interlocutor no debería tener en cuenta ningún mensaje que no se formule explícitamente, por mucho que se trasluzca. Puesto que no hay un rastro objetivo, el mensaje no existe. La mentira del perverso responde simplemente a una necesidad de ignorar lo que va en contra de su interés narcisista.
Ésta es la razón de que los perversos envuelvan su historia con un gran halo de misterio; no hace falta que digan nada para producir una creencia en sus interlocutores: se trata de “ocultar para mostrar sin decir”.
X
También es característico el desplazamiento de la culpabilidad. Mediante un fenómeno de transferencia, el agresor consigue que la culpabilidad recaiga completamente en la víctima.
La descalificación consiste en privar a alguien de todas sus cualidades. Hay que decirle y repetirle que no vale nada hasta que se lo crea. Al principio, y ya lo hemos visto, esto se hace de un modo soterrado, en el registro de la comunicación no verbal: miradas despreciativas, suspiros exagerados, insinuaciones, alusiones desestabilizadoras o malévolas, observaciones desagradables, críticas indirectas que se ocultan detrás de una broma, y burlas.
En la medida en que estas agresiones son indirectas, es difícil considerarlas claramente como tales, con lo cual también resulta difícil defenderse. Por poco que estas palabras le sirvan de espejo a una identidad ya frágil, o a una falta de confianza ya existente, o que se dirijan a un niño, la víctima las incorpora y las acepta como verdaderas.”No eres más que un cero a la izquierda”.”Eres tan inepto (o feo) que nadie, aparte de mí, querrá saber nada de ti;¡sin mí, te quedarías completamente solo!”. El perverso arrastra consigo al otro y le impone su visión falsificada de la realidad.
Es más, la víctima termina por convertirse en un verdadero desastre.
La descalificación se extiende desde la víctima elegida hasta su círculo de relaciones, que incluye a su familia, sus amigos y sus conocidos:”¡Sólo conoce a idiotas!”
El perverso destina todas estas estrategias a hundir al otro y, con ello, se revaloriza a sí mismo.
XI
A diferencia de lo que ocurre en los conflictos normales, con un perverso narcisista no se produce un verdadero combate, por lo que tampoco resulta posible la reconciliación. No levanta nunca la voz y manifiesta únicamente una hostilidad fría. Si alguien se la señala, la niega. Una vez que su compañero se exaspera o grita, resulta fácil burlarse de su ira y ridiculizarlo.
Todo el mundo puede utilizar estas técnicas de desestabilización, pero el perverso las utiliza de una manera sistemática, sin compensaciones ni excusas posteriores.
La víctima se agota buscando soluciones, las cuales son de todas formas inadecuadas y, sea cual fuere su resistencia, es incapaz de evitar la emergencia de la angustia o de la depresión.
En otras situaciones, la víctima no tiene otra opción que la de sufrir.
A veces, la comunicación perversa está formulada por mensajes sutiles que no se perciben inmediatamente como agresivos o destructores porque otros mensajes que se emiten simultáneamente los ocultan. Las más de las veces, estos mensajes ocultos no se pueden descifrar hasta que su destinatario no se libra del dominio.”Hasta que no se las volvió a encontrar en la edad adulta, no se dio cuenta de la ambigüedad de las postales que su padrastro le enviaba cuando ella era todavía una adolescente. Eran mujeres desnudas en la playa. Detrás, su padrastro escribía: Pienso mucho en ti”
En ambos casos, se utiliza al otro como si fuera un objeto.
XII
El arte en el que el perverso narcisista destaca por excelencia es el de enfrentar a unas personas con otras, el de provocar rivalidades y celos. Esto lo puede conseguir mediante alusiones que siembran la duda:”¿No crees que los Fulano son así o asá”; o mediante la revelación de lo que una persona ha dicho de su interlocutor:”Tu hermano me ha dicho que consideraba que te habías portado mal”; o mediante mentiras que colocan a las personas en posiciones enfrentadas.
Para un perverso, el placer supremo consiste en conseguir la destrucción de un individuo por parte de otro y en presenciar ese combate del que ambos saldrán debilitados y que, por lo tanto, reforzará su omnipotencia personal.
En una empresa, esto se traduce en cotilleos, insinuaciones, privilegios que se otorgan a un empleado y no a otro, y preferencias que también varían de un empleado a otro. Se trata también de hacer correr rumores que, de una manera imperceptible, herirán a la víctima sin que ésta pueda identificar su origen.
En un monólogo de Otelo, Yago declara que le gusta hacer el mal por amor al mal. Más tarde, confiesa que tanto la virtud, la nobleza y la “belleza cotidiana” de un hombre honrado como Casio como la pureza de Desdémona le sorprenden y le incitan a destruir esa virtud y esa belleza. Hay en él una voluptuosidad de la bajeza, el deseo de urdir hábiles maquinaciones que su inteligencia hará triunfar
September 16, 2011
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