En cualquier caso, el mito imperial del nacionalismo catalán -el que estaba formulando Eugenio d´Ors día tras día en su Glosari- no se ajustaba exactamente a los deseos de Unamuno: Para el grueso del nacionalismo catalán, el carácter de Castilla era irremediable: espadachines y perdonavidas, chulos sin hábitos de trabajo y afición a la burocracia y el militarismo. Los vascos, como Unamuno, podían dedicarse a definir la personalidad de Castilla, a nodrir l´arbre decrepit del poble castellá: los intelectuales catalanes no iban a perder el tiempo en ello.
La visita que hizo Unamuno a Barcelona en 1906 adquirió caracteres de provocación. Más todavía si tenemos en cuenta que eran las semanas que siguieron a la Ley de Jurisdicciones. Asistió al Aplech de la protesta, pero solo se fijó en los pañuelos que agitaba la gente: "que es hermoso [...]". La arquitectura del eixample, el Ateneo, los escritores, en fin, todo era "fachadoso"; la jactancia lo dominaba todo, y la codicia, l´avara povertá dei catalani. Son como los restantes levantinos, enamorados de las superficies bellas. "Sois como niños, os ahoga la estética." Las únicas piedras elocuentes fueron las de la catedral gótica, lo único recogido y hondo y alejado de las dispuestas (nota de Jorge: y la basílica de Santa María del Mar?), lo más parecido al sombrío espíritu castellano:
Recuerda aquí su hogar el extranjero,
Mi pecho es patria universal
Piedras bajo las que resonó el latín,
Muerta raíz de la lengua común a varios países:
Cuna y sepulcro, vino a dar a su verbo
A esta mi áspera tierra catalana
A la austera meseta de Castilla
(Nota de Jorge: resuena al epitafio madrileño de Torrelaguna de Juan de Mena?)
Pero a excepción de la catedral, Barcelona, Cataluña entera es una prolongación de Francia (nota de Jorge: no en tanto es española?), casi un departamento francés, con las odiadas características de racionalidad, vida urbana tumultuosa y burguesía. Aquello es un vasto arrabal de Tarascón, escribe en 1907, fachada, fachada y fachada. Unamuno fue encrespándose con cada viaje nuevo a Cataluña.
La Solidaridad era ridícula, exponente no del civismo sino del tartarismo ciudadano. El Institut d´Estudis estaba lleno de pedantería aristocrática. Descontando a Joan Maragall, los intelectuales son "fonógrafos de novedades ultrapirenaicas", con la matraca del Mediterráneo, la luz y la ciudad, una caricatura del novecentismo y de Eugenio d´Ors: "helenismo traducido del francés".
Alguna de sus diatribas contra Barcelona se incluyeron en sus libros de viaje, Por tierras de Portugal y España y Visiones y andanzas españolas, quizá con la intención de resaltar el contraste entre la Cataluña del culto a la forma, la avaricia, la sensualidad, la liturgia y la "cochina estética" contra el temperamento hondo, austero y místico de Castilla.
HISTORIA DE LA NACIÓN Y DEL NACIONALISMO ESPAÑOL
Antonio Morales Moya
Juan Pablo Fusi Aizpurúa
Andrés de Blas Guerrero (Dirs.)
Javier Varela
July 10, 2014
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