Todo era vida sana pero marrana,/ al castrato Farinelli no le pidieron permiso para lo que le hicieron de niño,/ la de escritoras que se han casado con sus editores/ y la de fotógrafos que han ligado con sus modelos,/ y la de periodistas que han intimado con los príncipes,/ y la de locos con sus psicólogas,/ y la de alumnos con sus profesoras para que me digas que no pueden nacer más niños.
Cuando eres joven vas solo a muchas partes y quizás no experimentas el vacío que pesa tanto en la madurez aunque lo soportas ahora mejor ya dadas todas las posibilidades de no encontrar algo mejor que cuando llega hacer la ronda y el tontunear con ella.
En la ventanilla de la conciencia firmé un contrato lubricante con un astronauta y cuando estábamos en la órbita de Móstoles me separé a los seis años y ahora tengo la sensación de vértigo de no poder andar más.
Llegamos en un torrente a las escaleras del metro, nos arremolinamos como un cucurucho en el andén, bajamos como una cascada las escaleras mecánicas, y no paramos hasta la hora de comer en que la rueda de salchichas alemanas está junto con la patata cocida y con las coletas y el sisbear de nuestra amada.
De qué me estás hablando si no eres capaz de correr cuando te dan en el desayuno con el periódico por detrás, ni que necesitaras del local Shang-tang jen-tsen y desprenderte del satín, y ponerte a bailar un disco que te abra el corazón y de la luna china de día que te trae un regalo, la de lágrimas y lamentos y mordeduras que han derramado los enamorados por el Madrid, no te lo solucionan las buenas vibraciones del Cercanías que me aproximan a ti, y en la calle del Pozo no filtres un tiro de amor porque ella te saldrá demonia.
Los coches siempre moviéndose de un lado a otro,/ unos ojos que te miran,/ con unas piernas que pinchan en la tierra,/ tú tienes que estar orgullosa de lo que eres y de lo que representas.
Cuando te salen canas/ sobre la frente dices,/ esta mierda de cuerpo que me ha abandonado/ nosotros nos vamos quedando sin pelo que rascar,/ y ya no hay un canto al amor,/ es como el metro que no funciona
Como los machistas estrangulan la sombrilla de la playa mientras miran a sus esposas petardas madrileñas pasear a la orilla del colindante mar de Benidorm/ y toda una milicia de espabilados camareros para todo aguantar en el paseo marítimo,/ nuestra cabeza está en otra parte de la costa/ con una amada y unos hijos/ una casa y un coche,/ un municipio y una comida,/ y en agradecimiento a los ojos y las manos,/ y a las piernas,/ y el corazón,/ cuando dejes los juguetes y pases a los valores.
February 14, 2013
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