LA CAPOEIRA DE LA CRISIS MADRILEÑA

Uno de los que se fue al Cielo seguro fue Braille mientras los otros disputaron potestades y otros no lograron alcanzar con sus devaneos del conocimiento más que el apagón de la mente.

Yo ya estoy entre los elegibles para la muerte,/ la misma Muerte que pasa por mi calle,/ si no fuera porque hay que ser respetuoso con el proceder de los pasos,/ te diría que me voy hoy mismo al juicio luminoso,/ y que mañana no me esperes,/ porque no me verás más.

Un ser que danza,/ que pinta,/ que caga,/ que se masturba,/ que lee sobre la libertad,/ que padece su mísera constitución,/ que protesta y engaña,/ pero mira que si tiene nobleza y es leal/ es cosa maravillosa verle pasar al vuelo/ de tu casa al follón de todos los días.

Por qué las iglesias recogen a toda la escoria del mundo, para curarla y sanarla de los malos sentimientos y pensamientos, y devolverla al mundo con un carácter fuerte para que o lo derribe o con él nos ataque de nuevo pero esto es en el paciente una progresión del Espíritu Santo.

Haremos todo lo posible para que en la ciudad se pueda circular, para que nazcan nuevos niños y para que las mercancías salgan de las tiendas, evitaremos que dentro de las casas se cometan muchos crímenes, y que nadie asalte a los demás por la calle, y les daremos trabajos a ver si se pueden hacer fuertes, y que la nación domine con la economía por todo el mundo, y todo esto lo plantearemos para los españoles.

El Metro remueve la mayonesa famélica de Madrid/ y yo me desmayo al suelo al sonsón de los escalones y pasadizos/ donde deambulan los rostros de la crisis,/ buscando al salir una explanada de sol donde airear la claustrofobia de mis penas,/ porque me acuesto llorando todas las noches ante tanto paro y desahucios,/ y no sé si llegaremos a resistir al palo de mayo,/ y pongo todo mi sentimiento de majo en lo que te he dicho amigo/ que esto es castigo divino/ por tantos y tantos vientos madriles de los líos.

Vale del pasar y dar patadas al estómago a la capoeira de la crisis porque no somos capitanos italianos sino hispanos que no huimos de los huracanes y terremotos porque si solo coges un problema llevando dos golpes no te confundes como en las obras de los multicines Madrid de la Plaza del Carmen.

Los funcionarios se convirtieron en sindicalistas de la porra a la hora de sus siestas, y Tiberio cantó el Capri se fini de la flora de la crisis cuando le dio con la lubina en la cara al pescador que se atrevió a subir a regalársela, y Goya en Los Caprichos atacó los elementos absurdos y enfermos de la iglesia y de la sociedad española, y las asiáticas no entienden por qué nos cerramos y somos tan lentos, y el guardia municipal pone multas a los que suben despacio la cuesta de la Gran Vía.

Ya tiene bemoles que una mamá en vez de llevar a su hija al cole la lleve al Corte Inglés y que un pescadero se meta en el autobús con el atuendo del trabajo finalizado y deje un rastrojo de mejillones y algas en la puerta del Metro, y que los viejos mirones de las chicas en vez de hacerlo escondidos en los balcones se sitúen en primera fila de las pasarelas de las escaleras mecánicas del Intercambiador de Plaza Castilla.

Cuando tomaba regaliz rojo me acordaba de que tenía que estudiar y cuando un extranjero con un paraguas amarillo llega al hotel de Madrid y pregunta por los nombres de Mou, Botella y González y les dice por favor díganme por dónde van que no quiero encontrarme con ellos.