Los filipinos kalinga de la isla de Luzón se ganaban el prestigio con la caza de cabezas y también haciendo de mediadores en las resoluciones de conflictos pero eran sus mujeres las que hacían de chamanes en los rituales religiosos y curativos de Filipinas, así podríamos hacer que unos buscasen soluciones a los problemas familiares y que otros extendieran el manto de la cálida dulzura, pero en España con la crisis no quedan ganas para más que para la aspereza y uno de los dos no tiene paciencia y se pone a discutir, y por discusión palabrera se rompe la pareja, que lo dicho de insultos y de maldiciones mutuas no hay manera de borrarlo en la mente que se extiende como un chicle doloroso.
No todas tienen la capacidad mimética de las mariposas Kallima para imitar a la hoja seca de su marido, ni todos los hombres podrían con una sesión intensa del Kama-sutra taoísta chino, ni todos tienen tanto viento divino kamikaze para derrochar el semen en blancos fantasmas y abstractos como si quisiéramos chorrear vanamente el cuadro de La confusión de Kadinski, ni todas las negras de Kananga están para recibir a toda la marabunta de hombres mandinga que las quieran penetrar en su cuarto de estar, pero bastaría conque viéramos la santidad teresiana en los pucheros de la cocina, una buena digestión y un dulce sueño en fiestas de Navidad.
November 25, 2011
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