SOSPECHAS GRANDES DEL SINO BLANCO II

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré

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Cuando estaba psicótico en esas noches que lloraba a la Luna. Con todas las monedas que llevaba en el bolsillo que eran muchas en la base del puente de Manuel Uribe sobre la M-30 dispuse una Galaxia de monedas y dije aquí hay Vida. Y me fui a dormir. Soñé esa noche que tenía que pasar al papel lo que tan meticulosamente había dejado en el puente. Estaba amaneciendo pero ya no estaban las monedas.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Íbamos de excursión de senderismo los de la parroquia de San Jorge. Subimos AVANTOS del Escorial, subida empinada, e íbamos al puerto de los Leones? donde nos recogería más tarde un autobús escoba. Al llegar arriba, a medio camino de la cordillera decidí no sé por qué impulso que yo iría por delante el primero abriendo el camino con otro chico. Dí la voz de alarma me había encontrado con un jabalí. Lo avisté yo primero a escasos a un tiro de piedra. Rezábamos en campiña. Al cura Rafa se le cambió el semblante porque luego tuvo prisa en acabar.

No obstante siempre que hago una excursión con el coche a veces me entero que una semana o diez días después ocurría una desgracia allí como en Huesca que cayó una madre con sus hijos con el coche al canal. Como si el Diablo me siguiera el rastro y al no dar conmigo se vengara en los aledaños. Porque es afuera de Madrid donde me la juego. Por eso todavía no he pisado África, ni Asia ni América.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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El mejor campamento que he ido en mi vida fue con una organización afín a la OJE pero que no llevaba uniforme paramilitar pero uno azul similar. Por ejemplo nos dieron el Libro de las Leyes Fundamentales del Reino para reunirnos en la siesta a cosernos a preguntas. Los mandos eran todos franquistasfalangistas. Cuando regresamos a Madrid Pereira y yo fuimos a una reunión para entrar en la OJE Falangista. Pero para fortuna de los padres de mi compañero de clase del Colegio San Agustín los dos habíamos decidido no entrar lo que indica que ya éramos de la generación de la transición. Cuando los autobuses llegaron al patio del colegio San Agustín nos hicieron formar en filas y cantar (el Cara al sol/ con la camisa nueva/ que tú bordaste en rojo ayer/..volverá a reír la primavera) con el brazo fascista en alto delante de los curas y sin dejar que nuestros padres se aproximaran a las filas. También en el campamento de Cortes de la Frontera cantábamos Prietas las filas/ recias marciales/ nuestras escuadras van.

Que se me dio bien el campamento no lo voy a negar y me lo pasé muy bien además de hacer pontonería y guerrillas. La primera noche que llegamos me dio un subidón de fiebre (me taparon con todas mantas de mis compañeros de escuadra de la que yo era el jefe con el nombre de Magallanes), pasé mucho frío titireando y al día siguiente se me había ido. Esa noche se arrastraron de guerrilla? por todo el campamento.

Pero ocurrieron muchas cosas. Tuvimos que hacer un zapatero y una nevera con ramas de los árboles. Levantar con piquetes los vientos y alzar la tienda. Visitamos Jerez y compramos unas botellas de vino. A la vuelta se me abrió una rezumando. Decidí que había que aprovecharla y quedé esa noche en mi tienda con la escuadra de mi hermano cuando ya hubieran dado el toque de diana? (I was  born unde a wonder star. Entraron por detrás pero a media noche con linternas nos abrieron el sellado de la lona delantera. Mi mando que era buena persona y a quien yo admiraba me dijo "A mí me gusta la disciplina, Y LO QUE QUIERO ES DISCIPLINA, me quedo con tu mochila y todos tus regalos y ya veremos si te los daré al final".

Esto me afectó mucho. El último día del toque de trompeta del amanecer teníamos unos segundos para formar. E inmediatamente pasar la revisión. Bien vestidos, las uñas y el cinturón en regla y el petate sin una arruga. En un momento en que ya estábamos formados los cinco o seis con el codo y los puños para atrás y el pecho erguido, un pijo de Pozuelo el compañero de clase Ramírez se dio cuenta que no llevaba la gorra y se metió dentro. Le dí un guantazo y le saqué fuera. Se puso a llorar y sin la gorra. ¿Qué ha pasado? Y tomaron nota.

Esa noche arrié la bandera y la izé al día siguiente junto a dos mandos Falkoski? uno que me dejaron el Banderín de Disciplina un León de flecos dorados en el tronco mayor de mi tienda como se hacía. Me gustó tanto que le dije al mando, ya nos íbamos, que si me lo podía quedar. Me dijo yo "creo que sí a lo mejor". Esta duda ne hizo sospechar; la saqué del palo la envolví en papel de periódico y me la metí en el refajo del pantalón con los calzoncillos.

Ni qué decir que pasaron revista preguntando a todo el mundo. Que en Despeñaperros nos hicieron bajar a todos de los autobuses y registraron todas las mochilas los mozos extremistas. Viajábamos de noche y al amanecer llegamos al Colegio San Agustín. Esta vez no nos esperaba mi madre porque no se sabía la hora de llegada. Alejándome unos pasos con mi hermano que nada sabía, al sol saqué mi banderín y lo colgué en mi mochila de regreso a casa cantando con furor por dentro.

De mi casa al colegio teníamos que bordear el Bernabéu por la cara oeste más fría o por la más amable este todos los día para ir y venir a clase. Una vez había una cola porque se había muerto Santiago, ni corto ni perezoso me puse en la cola y le dí la mano a un familiar? del club.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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En ese campamento malagueño fuimos a Ceuta desde Algeciras. Mi hermano y yo entramos por turno de filas la última en la embarcación. Todos estaban en cubierta apoyados en la barandilla al mar Le dije a mi hermano Tranquilo vamos al cuarto de baño. Empezaron a aporrear los cuartos de baño. El barco se había puesto a andar y a todos las ganas de vomitar. Despejaron la cubierta. Teníamos toda la que quisiéramos mi hermano y yo contemplando el baño de los delfines.

A la tarde pedí un vaso de agua en un bar ceutí asqueroso para compartir con mi hermano y me la dieron caliente.

Solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.

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Siete Picos?
solo si Dios quiere que lo cuente lo contaré.