May 18, 2012

MIS SIETE PECADOS CAPITALES

I
Somos más padres de nuestro futuro que hijos de nuestro pasado.
(Unamuno)



EL ANCLA

El Padre de Santiaguito era catalán
invitaba a ir en barco a Pablo
me entró celos y envidia.

Tuve un amigo Ismael
mi hermano quiso ir con él
le empujé contra un coche
y le hice contra un guardabarros
diecisiete puntos como un ancla en el brazo

Encima en el ambulatorio no sabían coser
y anduve todo el día solo por el pueblo
como un Caín culpable.
Perdí a mi amigo Ismael.
Y creo que a mi hermana también.


EL RASTRILLO

Mi madre siempre decía que no pusiera el rastrillo
con las puntas hacia arriba
saltando mi hermano Pablo en la terraza
en espera para irnos todos a la playa
se atravesó con él dos dedos del pie
y otra vez a urgencias.


EL TREN

Ismael me pidió
Que subiera al puente del tren
A coger caracoles para pescar anguilas

Y yo por arriba recogiéndolas
Y él tirando de la caña a una anguila
Y ya venía el tren y yo sin saberlo
Y pasó por allí mi madre y mi hermana en bicicleta
A tiempo como ángeles de apuro
Y mi madre desmayada
Pudo sacarme del percance.

Estos tres sucesos y el DEL MURO en el que mi hermana subida a él se desmayó y cayó hicieron a mi madre vender el apartamento de Calafell y ya nunca más fuimos por allí quedándonos el siguiente verano sin vacaciones.




PRUDENCIA

Sabina Vonolberg era de Colonia
La conocí en el Apartment
Sus amigas me dijeron que no podía venir al centro
En tren me desplacé a su casa en Portmarnock-Malahide
Desaparecieron sus amigas
Corrió el cerrojo en su habitación
Y me quedé quieto parado
Yo no estaba preparado
Y la dije que no, vamos a la playa.
Me dijo no quiero volver a verte.

(Yo tenía 16 años)


LA DIARREA

Después de comer en el colegio
Algo me sentó mal
Subiendo las lomas del Bernabéu
Tuve un corte de digestión
Y me fui por la pata abajo
La mierda resbalando por los pantalones cortos
las monjas estaban cosiendo las mudas de los curas
No quisieron atenderme
Salté el muro
Y me fui a mi casa.


PRIMERA ORACIÓN A LA VIRGEN

Vinieron las atracciones al cole
Un niño con un parche en el ojo
Se lo levantó cuando todavía no estaban montadas
Salí corriendo y fui a la capilla
A pedirle a la Virgen que se curara,
No había otra solución,
que me quitara a mí el ojo,
Nunca más he presenciado una desgracia.



LOS PASILLOS

Un niño me metió miedo.
Me dijo que las calaveras habían devorado las clases.
Era la hora de comida.
Fuimos a los pasillos y a las clases,
Y en esa hora no había nadie.
Me lo creí.
Por la noche desperté a mi madre
Con pesadillas de muerte
Ella me acariciaba y susurraba mi llanto.



LOS CARAMELOS

Una visita trajo a casa
Una caja adornada de caramelos
La llevé al colegio
a mis compañeros
Y los vendía por un real
Vino un cura me pegó
Y se llevó toda la caja.
Tenía cuatro años.



EL TABACO

En el aeropuerto compré dos cartones de tabaco negro.
No había en Irlanda más que tabaco rubio.
La última semana lo vendía diez veces más su valor
A cambio de regalos o de dinero
Fumaba con catorce años.
Yo no me tragaba el humo.
Pero me destrocé los dientes
Así que dejé de fumar.



ME TRAGUÉ UNA PESETA

No me quería echar una siesta
En aquel chalé de Calafell.
Mi padre para una visita que hacía
Entró en la habitación oscura y me sacudió
Yo tenía en la boca una peseta y me la tragué.
A la semana
La encontró mi madre en el orinal.

(¿continuará?)
EL ATAZAR



EL TENIS

Le pedí a mi madre
que me comprara un traje de tenis
completito, blanco y claro
para jugar solo un día
un sábado
tan solo un día.



ESQUIAR

Estábamos en Cotos
yo veía descender a los esquiadores
"qué fácil" "zig y zag"
"Mamá quiero esquiar de facto"
Al final de tanto dar la tabarra
me alquiló esquís y botas
y me subió a las pistas profesionales.

Fue tal mi pavor creyendo que me iba más allá de lo más blanco
habiéndome dado antes con el telesilla en la cabeza
que pasé la vergüenza de bajar con los esquís puestos en la silla
-mi madre y mi hermana no paraban de reírse-
para estrellarme una y otra vez con el bar de madera
de arriba y de abajo.
"Y quién va". Pensé se decían dentro.



EN TORREMOLINOS

En Torremolinos
bebí sangría con nueve años
y asistí a un tablao de flamenco 
en el Hotel Los Patos
después de tanta sevillana
me subí al final al tablado a zapatear
y un viejo borracho me echó de allí.

A la tarde siguiente mi madre nos dijo
a mi hermano y a mí
que soltáramos las raquetas de ping-pong
y que se las diéramos a los Hijos de Ruiz Mateos
que esperaban.



DE LOS NOMBRES

Mi abuela de Barcelona de niño
me llamaba el ´Inventor de las Sopas de Ajo´
los compas del cole me llamaban
Chinito Bacalao, Pez,
y luego Mazinguer Z., Santos Simón
y finalmente Monstruo.



EL ESPAGUETI Y LA GOMA

Una vez fui a la despensa
cogí un fino espagueti seco
y me lo metí en la garganta
y menos mal que se me partió
porque me atragantaba.

También en la escuela me metí 
un pedazito de goma de borrar
dentro de la nariz,
y me tuvieron que llevar a la clínica Asís donde nací
a quitármela dos médicos con las pinzas.



LA CARTA DEL BUZÓN
MANOLO CARA DE BOLO
LA DILIGENCIA


LA CLASE DE QUÍMICA

En el Colegio San Agustín nos dieron la fórmula para hacer una bomba
y Palop vecino amigo de Nacho Pliego en la Plaza de Manolete
la fabricó en su casa con un tubo de redoxón.
Cuando la llevaba al colegio
dio sin querer con un banco de un parque aledaño 
cercano a las columnas y le estalló
perdió dos dedos y la policía creyó que era de la ETA.

Luego se echó la novia más guapa del colegio de mi hermana
Hijas de María separado del nuestro por un Alto Muro.
Y Fuimos a su casa a hacerle una visita
y como yo nunca he tenido tacto
Le dije que en gimnasia nos dábamos
 con las barras de madera en los nudillos.


LA PLANCHA DE JUGUETE

De pequeño machacaba hileras de hormigas
las mataba con la plancha de mi hermana
-como a las abejas en el parque del paseo de la Habana
con goma y pelotillas-.

Y luego la perra Greti se meaba desde la terraza
encima de los viandantes de Calafell.


PACIENCIA

Bernal me enseñó la masturbación
en el salón de su casa
y yo quería dormir con él.

Era un niño pijo y fuimos al Parque de Atracciones
con mucho dinero que se iba de pellas a las tiendas de moda,
le robaron dos chicos la tira de tiquets que sobresalía
del bolsillo de su gabardina oscura con capucha,
esa misma tarde habíamos estado entrenando judo en su salón,
nos esperaban esos delincuentes
 luego en las vías del tren de la estación.
y provocaron para la afrenta y la pelea.
Nunca me arrepentiré de no hacer nada y nada pasó.
En el fondo creo les justificaba
y veía la tontería de mi amigo.


ROCKOLA

Me ingresaron en el Alonso Vega con veintidós años
porque quise suicidarme
desde lo alto de un edificio del Barrio de Salamanca.
Allí conocí a Esther Pascual que se hacía llamar Ariadna
-me dio unos besos que me curaron en 14 días-
y a Leopoldo Maria Panero en el comedor
que me dejó el libro El Panóptico de Foucault
quien no quería salí de allí para escribir sobre ese mundo oscuro
de La Locura y cuyos libros poemas que me leí más tarde
me producían náusea y ganas de vomitar.

Ariadna iba a Rockola para hacer una tesina se sociología
-fuimos una vez-
y se hizo una de Alaska.


AMOR ROMÁNTICO

LA METAFÍSICA DE ARISTÓTELES

Leía el libro Metafísica de Aristóteles
por el paseo de la Habana
y como era tan difícil su lectura
iba arrancando las hojas
y tirándolas al suelo.
Nacho Pliego, mi mejor amigo de entonces,
lo hizo publico en el Colegio San Agustín
de lo que hacía
y de que yo era un genio.


MARTA Y SU ABUELO MÉDICO


La hermana menor
de un amigo mío del Colegio San Agustín
me comparaba con el portero de fútbol vasco Arconada
estaba enamorada de mí
y yo esperaba a que creciera un poco más.
Como su abuelo era médico les daba caramelo con vitaminas.
Crecía y se convirtió en un monstruo
y eso yo se lo dije:
"que qué le había pasado".



AVENTURA

En Calafell
amanecía/ y cogía la bici
para ir con mi amigo zaragozano Ismael
y su primo Javy
a pescar en el mar mediterráneo pasado el río.

A esas horas los peces grandes estaban en la orilla
y luego íbamos a la zona de playas con las familias
con una dozena de piezas en la soga del sedal en la cintura.
Llegué incluso a pescar sin cebo con el brillar del anzuelo.

Al mediodía
me dedicaba con el rastrillo
a coger pichinas que servían de cebo 
y alimento hervidas con el limón
y cangrejos.
Los tenía en un cubo en la orilla.
También hacía torres finas de arena a lo Gaudí
dejando escurrir de la mano la arenilla gota sobre gota
intentando alcanzar altura y que no se desmoronara.

Me iba al segundo banco de arena
en cuclillas con el agua al cuello
y los brazos en alto con el rastrillo
para cogerlos más grandes.
sin saber que podía encontrarme con una tintorera
como le sucedió a uno
cuando acababa el verano
destrozndole los pezones y el ombligo.´
Me creía hijo de Neptuno.

Cuando me acercaba a la orilla
las olas se encrespaban.
Aprendí a coger las olas
y que me arrastraran a la orilla
en punta de flecha.

Por la tarde nos fabricábamos ballestas con ganchos
y con cañas de bambú hacíamos la guerra zaragozanos y castellanos contra catalanes.
Otro día íbamos a robar en las huertas
o a tirar piedras a las botellas vacías,
o a coger de los almendros
o a coger regaliz de las raíces de Segur.



DISCIPLINA

En un campamento de falange
fuimos a visitar las bodegas de Jerez
y por la noche invité a la escuadra de mi hermano
a bebernos en mi tienda una botella que se me había abierto.

Entro un cura con la linterna
y descubrió el pastel
a pesar de que los chicos sigilosamente
se habían deslizado por detrás de las tiendas.

Yo era el jefe de escuadra
de mi tienda Magallanes.
Y mi mando me castigó
llevándose todos mis regalos de Ceuta
y diciéndome "que quería disciplina".

A la mañana siguiente pasaron revista
y como Ramírez no encontraba su gorra
y no salía a formar
le dí un bofetón.
Llorando explicó a los oficiales de limpieza
lo que había pasado.

Me dieron el premio de disciplina
y ese atardecer arrié banderas
con el director del campamento
y el mano más valorado.
Mi mando no se lo creía
y me devolvió todos los regalos.

Esa noche durmió el banderín de disciplina
en la puerta de mi tienda
como era la última noche de estancia
al día siguiente quise quedarme con él.

Me lo metí dentro de los calzoncillos
y me subí al autobús.
A mitad de camino en la carretera de Andalucía
en el Puerto de Despeñaperros
registraron todas las mochilas.
Y no dieron con él.
Y con él atado a la mochila regresé a casa
al amanecer bordeando el Bernabéu.



GULA

Los curas eran tan buenos
que nos llevaban de excursión a Cercedilla.
Mi madre me había preparado
dos cantimploras de horchatas y tres bolsas de aceitunas
para compartir con mis compañeros.

Antes de que saliera el autobús de la calle Padre Damián
donde estaba el Colegio San Agustín
yo ya me había zampado todas las provisiones
y de tal empacho
nunca pude volver a tomar horchata y aceitunas
hasta la madurez.

Encima los curas nos llevaron por un campo de ortigas
donde quedamos atrapados y abandonados por la tarde.


MAL DE OJO

Me hicieron delegado de clase
al grito de:
"Miró, Miró"
Al inicio del curso
el cura tutor El Demiurgo
-así lo apodábamos
porque nos daba filosofía-,
me sacó al encerado
y me preguntó sobre Platón.

"El Espíritu sopla donde quiere" le dije.
Y él me puso un cero.
Y como de aviso al resto de la clase.
Y encima me tenía que examinar
tres tardes alternas a la semana
allá arriba en el palomar
en el aula de los curas.

Me sabía el libro de memoria
estaba a punto de acabar el curso
no podía prepararme otros exámenes
y me seguía suspendiendo "por los pelos".
Veía que no iba a aprobar el curso
ni presentarme a Selectividad.
Aumentaba mi angustia.

Entonces ocurrió un día
que yendo el cura Demiurgo
a cruzar la Castellana por paso prohibido
-ahora tiene semáforo en la Plaza de Manolete-
le atropelló un fraile de la orden contraria
y le puso la cabeza como una escafandra.

Vino un profesor laico de filosofía.
Y empecé a sacar sobresalientes.
Y pude presentarme a la selectividad.
Y aprobé con nota superior a un seis.


LOS CASCOS DE BOTELLAS

Un verano en Calafell
no llegó la pensión de mi padre
y pasamos hambre y sed.

Tuve que recoger cascos de botellas
abandonados en las calles
-incluso me empeciné en un modelo
que no pertenecía al tendero-
y conseguí los céntimos
y coger agua de las fuentes
para llevar a casa.


EL ENCHUFE

Para una visita que hace mi padre a casa
a arreglar una persiana
Pablo mete  un cable en el enchufe
saltan los plomos
bajé corriendo las escaleras de seis pisos
en busca del farmacéutico
el portero no me dejó coger el ascensor
porque soy un niño
Mi hermano con la mano carbonizada
y sin parar de llorar.


LA PERSIANA
Me asomé a la ventana
mi hermana soltó la persiana de golpe
me pilló hasta el cuello
no podía entrar dentro
desde un sexto-piso
gritando a la calle
de Marceliano Santa María
mamà, mamà.

EL CANÖDROMO
SIETE PICOS

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