El ser rico te permite tener dinero para perfumarte y disfrutar de una casa llena de fragancias y vestir descaradamente y degustar las mejores comidas y acurrucarte en los mejores paisajes y eso no lo consigue el socialismo de los chiringuitos sino la socialdemocracia de los hoteles.
Recurrimos al cielo cuando no tenemos inspiración, subimos a la bóveda de la iglesia ortodoxa griega y bajamos de un rebote al suelo, como si en la cápsula espacial de los iconos de madera la verdad absoluta estuviera en relación con la armonía y la coherencia física entre los pensares y las realidades externas con las mujeres rusas y es quedarse confuso no experimentar el orden del materialismo de la vida sino fuera porque el espíritu de la climatología juega otra baza y el olor también tiene su temperatura.
Es la cara que te ha dado Dios y no seas desagradecido, pero pídele una mejor cara cuando crezcas y cuando caiga la pinocha del árbol y cuando dejes de pisar esa mierda de campera, y cuando tú me mires de refilón desde lo alto de la terraza como Ana Obregón, pondré cara de portugués del Real Madrid.
No tenemos más que ofrecer nuestras vidas a Dios, a lo que lleguen en la carrera por alcanzar la inmortalidad, y a pesar del infarto y otras cosas que puedan venir y que no se señalan, menudo figurón hacen algunos no consiguiendo nada con sus vidas y sin acertar en la diana a pesar de haber estudiado en Yale y Harvard.
Quiere usted saber quiénes visten bien y quiénes pasan de todo, disfrázese usted de payaso burgués y váyase al Moraleja Green, donde los ojos brillan como en el aeropuerto de Miami, y las sonrisas rezuman a felicidad y le van a dar las naranjas de la China.
May 26, 2012
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