EL ROSTRO DEL SALVADOR

"El Señor me ha enviado a anunciar la buena noticia a los pobres y a liberar a los oprimidos". Es suficiente con verlo actuar: acoge y ama a todos los rechazados de la sociedad, "come con los pecadores". Todos los aplastados por las pruebas de la vida entran en su campo de visión y son situados de nuevo en el camino de la vida; está incluso dispuesto a emplear los grandes medios, los gestos en el camino de la vida, los grandes medios que desbordan las posibilidades humanas y que solo Dios puede realizar: lo que llamamos "milagros"

Cuando vemos cómo vive Cristo, en medio de los pobres y de los oprimidos, adquirimos la certeza de que acaba de nacer un mundo nuevo, que ha llegado el alba de una primavera, de esa primavera cuya luz irá creciendo hasta el final de los tiempos.

Una de estas avenidas bien iluminadas, uno de los rasgos dominantes del rostro del salvador que queda bien destacado es Jesús "amigo de los pobres y de los oprimidos". Todos los pequeños, los aplastados por la vida, los enfermos, los pecadores catalogados como tales, todos los marginados, todos ésos son los que Jesús acoge y reconoce como suyos, poniendo en ellos una gran esperanza.