22. La servidumbre rebaja a los hombres, hasta el punto de hacer que la amen.
24. A la razón no se le dio la facultad de reparar todos los vicios de la naturaleza.
25. Antes de atacar un abuso, conviene ver si se pueden echar por tierra sus fundamentos.
26. Los abusos inevitables son leyes de la naturaleza.
28. No se puede ser justo si no se es humano.
31. Nuestros errores y nuestras divisiones en la moral, proceden a veces de que consideramos como si pudieran ser totalmente viciosos o totalmente buenos.
38. Las mujeres y los jóvenes no separan su estima de sus gustos.
39. La costumbre lo hace todo, hasta en amor.
41. La razón se sonroja por las inclinaciones de las que no puede dar cuenta.
43. Es una prueba de pequeñez de espíritu distinguir en todo momento lo que es estimable de lo que es amable: las almas grandes aman de modo natural todo cuanto es digno de su estima.
44. La estima se deteriora, como el amor.
45. Cuando uno siente que no tiene nada por lo que hacerse estimar de alguien, está bien cerca de odiarle.
46. Los que carecen de probidad en los placeres solo tienen un simulacro de ella en los negocios: es ésta la señal de un natural feroz, cuando el placer no nos hace humanos. Los hombres sencillos y virtuosos ponen delicadeza y probidad hasta en sus placeres.
50. La conciencia, el honor, la castidad, el amor y la estima de los hombres tienen su precio en oro: la liberalidad multiplica las ventajas de las riquezas.
51. El que sabe hacer útiles sus prodigalidades tiene una economía grande y noble.
52. Los necios no comprenden a las personas inteligentes.
54. Desdeñamos a menudo a los hombres sobre quienes la naturaleza nos da ascendiente, que son aquellos a los que conviene vincular y como incorporar a nosotros, dado que los otros no responden a nuestros incentivos sino por interés, el objeto más cambiante del mundo.
55. Difícilmente podrían hallarse personas más agrias que las que se muestran dulces por interés.
(65. Las personas inteligentes no deben hacer estimas mediocres.
66. Hay que saber sufrir sin apuro los aprecios y alabanzas. Saber no mostrar vanidad sino humildad y desestimación de mérito.)
70. ¿Tomaremos la tranquilidad de ánimo por una buena prueba de virtud? La salud la da.
71. (Querríamos la felicidad si tuviéramos que sacrificar el vigor de nuestros sentimientos y rebajar el ímpetu de nuestro genio?
73. La moderación del débil a los vicios no es más que pereza y vanidad.)
74. Lo que es arrogancia en lo débiles es elevación en los fuertes; como la fuerza de los enfermos es frenesí, y la de los santos vigor.
75. El sentimiento de nuestras fuerzas las aumenta.
79. Hay que cultivar el vigor del cuerpo para conservar el del espíritu.
80. Poco servicios se obtienen de los viejos ocupados la mayoría en vivir y acaparar.
81. Lo hombres tienen la voluntad de prestar servicio hasta que alcanzan el poder para hacerlo.
83. Lo que creen que no tienen ya necesidad del prójimo se vuelven intratables.
85. Pocas cosas se ganan por habilidad (Nota de Jg: en mi caso se equivoca).
86. Estar bien dotados para aspirar mejor a los altos empleos. Nuestros más seguros valedores son nuestros saberes y capacidades.
88. Despreciamos los grandes designios cuando no nos sentimos capaces de los grandes éxitos.
89. Los hombres tienen grandes pretensiones y pequeños proyectos.
90. Los grandes hombres emprenden grandes cosas porque son grandes; y los locos, porque las creen fáciles.
96 El fin último de la habilidad es gobernar sin la fuerza.
100. Los hábiles no repelen a nadie
102. Del tiempo y de los hombres hay que esperarlo y temerlo todo.
119. No habría mucha gente feliz y contenta si correspondiese a oro decidir acerca de nuestras ocupaciones y placeres.
121. Hay más malos consejos que caprichos.
123. La razón nos engaña más a menudo que la naturaleza.
124. La razón no conoce los intereses del corazón.
125. Si la pasión aconseja a veces más audazmente que la reflexión, es porque da más fuerza para ejecutar.
127. Los grandes pensamientos vienen del corazón.
129. El buen instinto no necesita de la razón, pero la da.
133. La conciencia es la más cambiante de las reglas.
135. La conciencia es presuntuosa en los sanos, tímida en los débiles y los desdichados, inquieta en los indecisos, más engañosa que la razón y la naturaleza, etc.; órgano obediente al sentimiento que nos domina y a las opiniones que nos rigen.
136. La conciencia de los moribundos calumnia su vida.
139. La enfermedad extingue en algunos hombres el valor, en otros el miedo, y hasta el apego a la vida.
140. No podemos juzgar la vida por una regla más falsa que la muerte.
142. Para llevar a cabo grandes cosa hay que vivir como si no hubiera que morir nunca.
143. El pensamiento de la muerte nos estafa, pues hace que ns olvidemos de vivir.
149. El intelecto es el ojo del alma, no su fuerza; su fuerza está en el corazón, es decir, en las pasiones. La razón más esclarecida no da para actuar y querer. ¿Basta con tener bien la vista para caminar?¿No es preciso tener también pies, y la voluntad de ponerlos en movimiento?
151. Quizá debamos a las pasiones las mayores ventajas del espíritu.
160. El pretexto ordinario de los que causan la infelicidad de los demás es que quieren su bien.
165. Castigar sin necesidad es pasar por encima de la clemencia de Dios.
181. La actividad hace más fortunas que la prudencia.
185. La dependencia nace de la sociedad.
192. Los débiles quieren a veces que se les crea malos, pero los malos quieren pasar por buenos.
200. El fruto del trabajo es el más dulce de los placeres.
231. Las esperanzas más ridículas y más audaces han sido a veces casa de éxitos extraordinarios.
235 Son menester grandes recursos en el espíritu y en el corazón para apreciar la sinceridad cuando ésta hiere, o para practicarla sin que ofenda; pocas personas tienen suficiente carácter para sufrir la verdad, y para decirla.
240. Dos cosas pueden apenas reemplazar, en la vejez, las dotes del espíritu y el atractivo personal, y son la reputación o las riquezas.
242. Aun a riesgo de que pueda reprochársenos por vanidad, algunas veces tenemos necesidad de que se nos corrobore nuestro mérito y se nos hagan patentes nuestras ventajas más manifiestas.
243. Raramente nos consolamos de las grandes humillaciones; las olvidamos.
246. Ya sea por viveza de genio, o por arrogancia, o avaricia, no hay hombre que por su carácter no esté permanentemente expuesto a incurrir en falta, y si no carecen de consecuencias, ello se lo debe a la fortuna.
251. La paciencia es el arte de esperar.
263. Lo que a unos parece amplitud de saber y de talento no es, a ojos de otros, sino memoria y ligereza.
282. ¿Quién puede jactarse de juzgar, o de inventar, o de entender, todas las horas del día? Los hombres solo tienen una porcioncita de espíritu, de gusto, de talento, de virtud, de alegría, de salud, de fuerza, etc.; y ese poco que les cabe en suerte no lo poseen a voluntad, ni cuando les es menester, ni a todas las edades.
284. La envidia no sabe disimular: acusa y juzga sin pruebas, agranda los defectos, emplea calificaciones enormes para las menores faltas, su lenguaje está lleno de hiel, de exageración y de injuria. Se encarniza con obstinación y furor contra el merito brillante; es ciega, descomedida, insensible, brutal.
292. Aun si fuera verdad que los hombres no son virtuosos sino por razón, ¿qué se inferiría? Pues si se nos elogia con justicia por nuestros sentimientos, ¿no habría de elogiársenos también por nuestra razón?¿Es menos nuestra que la voluntad?
293. Se supone que los que sirven a la virtud por reflexión la traicionarían por el vicio útil; sí, si el vicio pudiera ser tal a los ojos de un espíritu razonable.
295. El que aspira a la gloria mediante la virtud no pide más que lo que merece.
297. El cuerpo tiene sus encantos, el espíritu sus dones; y el corazón, ¿tendrá solo vicios? El hombre, capaz de razón, ¿será incapaz de virtud?
298. Somos capaces de amistad, de justicia, de humanidad, de compasión y de razón. ¡Oh amigo míos!¿Que es entonces la virtud?
320. Como es natural creer muchas cosas sin demostración, no lo es menos dudar de otras a pesar de sus pruebas.
323. La fe es el consuelo de los desgraciados, y el terror de los afortunados.
336. El espíritu solo alcanza lo grande mediante ocurrencias.
362. Se enseña a los niños a temer y a obedecer. La avaricia, el orgullo o la timidez de los padres inculcan a los niños la economía, la arrogancia o la sumisión. Se les induce además a ser copistas, a lo que están ya de suyo harto inclinados; a nadie se le ocurre hacer que sean originales, audaces, independientes.
363. Pero no se piensa que la intrepidez o el amor de la verdad y de la gloria sean las virtudes que importan a su juventud; bien al contrario, nadie se aplica sino a subyugarlos, a fin de enseñarles que la dependencia y la flexibilidad son las primeras leyes de su fortuna.
365. El que respeta las leyes honra a la buen fortuna del nacimiento; la consideración que le merece la nobleza se apoya además en la prolongada posesión que ésta disfruta de los principales honores. La posesión es el único título de las cosas humanas; los tratados y los límites de los Estados, la fortuna de los particulares y la dignidad real misma, todo tiene en eso su fundamento. Quien quisiera remontarse a los comienzos no hallaría casi nada que no fuese materia de conflicto. La posesión es, por lo tanto, el mas respetable de todos los títulos, puesto que nos da la paz.
367. El sentimiento no nos es sospechoso de falsedad.
369. Las virtudes reinan más gloriosamente que la prudencia; la magnanimidad es el espíritu de los reyes.
372. La grandeza no es más que un título de molicie sin la ambición que la estableció y que es la única que pude conservarle su consideración y su crédito.
375. Un príncipe que es bueno sin más, ama a sus domésticos, a sus ministros, a su familia, a su favorito, y no tiene apego a su Estado; hace falta ser un gran rey para amar a un pueblo.
381. (Nota de Jorge: Si tú tienes riqueza, dime aprendiste virtud, porque yo no te envidio a aquélla).
385. (Nota de Jg: Un hombre de sangre fría se ha hartado de información que ve caer con asco al pueblo...)
386. Mis pasiones y mis pensamientos mueren, pero lo hacen para renacer; yo mismo muero en una cama todas las noches, mas ello es para recobrar nuevas fuerzas y nueva lozanía. Digo entonces en mi corazón sorprendido: qué has hecho tú de los versátiles objetos que ocupaban no hace nada tu pensamiento? Volved sobre vuestros pasos, objetos fugitivos. Hablo, y mi alma se despierta; esas imágenes mortales me oyen y las figuras de las cosas pasadas me obedecen y se me parecen. ¡Oh alma eterna del mundo, así tu voz compasiva reivindicará sus obras, y la tierra, amedrentada, restituirá sus hurtos!
387. Es señal de ferocidad y de vileza insultar a un hombre en la ignonimia, si además está desamparado; no hay infamia cuyo desamparo no sea objeto de piedad para las almas sensibles.
388. (Nota de Jg: A quien te pide dale, no es la pobreza de él sino su vicio de lo que has de decir no y huir...)
389. (Nota de Jorge: El pobre con virtud si se humilla se sonroja...yo no me humillaría, antes me dejaría morir)
391. Conviene fiarse más del movimiento del corazón que nos atrae, que de la razón que nos aparte.
392. (Nota de Jg: La severidad no es útil con los demás sí con uno mismo con excepciones...)
400. Un libro muy nuevo y muy original sería el que indujese a estimar viejas verdades.
402. La naturaleza ha esbozado muchos talentos que no se ha dignado terminar. Esas débiles semillas de genio embaucan a una juventud ardiente que les sacrifica los placeres y los más hermosos días de la vida.
405. La política es la mayor de todas las ciencias.
421. Los grandes hombres hablan como la naturaleza, sencillamente; infunden respeto a la vez por su simplicidad y su certeza: dogmatizan ellos, y el pueblo cree.
432. Sólo al valor le corresponde ordenar la vida.
435. No todos los tiempos permiten seguir todos los buenos ejemplos ni todas las buenas máximas.
436. Las costumbres se tuercen más fácilmente que se enderezan.
445. La soledad procura la castidad con todo su poder.
446. La soledad es al espíritu lo que la dieta al cuerpo, mortal cuando se prolonga demasiado, aunque necesaria.
456. Hay pocas situaciones desesperadas para un espíritu firme que combate con fuerza desigual, pero con coraje, la necesidad.
459. Sucede con frecuencia que nos estiman en proporción a como nos estimamos nosotros mismos.
506. Aunque consideráramos la Historia antigua solo como una novela, aun así merecería ser respetada como una pintura encantadora de las más hermosas costumbres de las que los hombres hayan sido nunca capaces.
519. El disimulo, lejos de ser un vicio de la naturaleza es un esfuerzo de la razón.
520. El que tiene necesidad de un motivo para verse inducido a mentir no nació mentiroso.
521. Todos los hombres nacen sinceros, y mueren embusteros.
522. Los hombres parecen haber nacido par engañar a otros, y para engañarse ellos mismos.
524. Quien da su palabra a la ligera falta a ella con igual ligereza.
525. ¡Qué difícil es ejercer un profesión interesante sin interés!
528. El interés es el alma de la sociedad.
529. Vemos hombres duros a los que el interés termina por volver intratables.
542. La invención es la única prueba del genio.
543. No enseñamos a los hombres los verdaderos placeres sino despojándolos de los falsos bienes, como no hacemos germinar el buen grano sino arrancando la cizaña que le rodea.
544. No hay falsos placeres, nos dicen. Enhorabuena. Pero los hay bajos y despreciables. ¿Los escogerías?
587. Si la virtud se bastara a sí misma, no sería ya una cualidad humana, sino sobrenatural.
593. El último triunfo de la necesidad es doblegar al orgullo; la virtud es más fácil de abatir que la vanidad. Quizá también esta vanidad, que resiste al poder del hado, sea ella misma una virtud.
603. Una máxima que necesita pruebas no está bien formulada.
611. El arte de agradar, el arte de pensar, el arte de amar, el arte de hablar: hermosos preceptos, pero poco útiles cuando no los enseña la naturaleza.
612. No pensamos tan bien como actuamos.
614. El orgullo es el consuelo de los débiles.
618. La broma de los filósofos es tan mesurada que no se la distingue de la razón.
619. A un borracho se le escapan a veces ocurrencias más graves que las de los mejores bromistas.
623. El sol, cuando reaparece después de días de borrasca, no resplandece tanto como la virtud que triunfa de una prolongada e insidiosa persecución.
624. Los días foscos y fríos del otoño representan la cercanía de la vejez. Nada hay en la naturaleza que no sea imagen de la vida humana, porque ésta es en sí misma una imagen de todas las cosas, y el universo entero está regido por las mismas leyes.
644. Cuando veo a un hombre entusiasmado por la razón, apuesto enseguida a que no es razonable.
649. El más tonto de todos los hombres es el que hace locuras por aparentar.
650. Despreciamos las fábulas de nuestro país y enseñamos a los niños las de la Antigüedad.
677. El amor es más violento que el amor propio, ya que puede uno amar a una mujer a pesar de sus desdenes.
678. Compadezco a un anciano enamorado: las pasiones de la juventud hacen un estrago terrible en un cuerpo gastado y marchito.
679. No conviene aprender a bailar con el pelo entrecano, ni entrar demasiado tarde en el mundo.
680. Una mujer fea con alguna inteligencia (?) es con frecuencia malvada (?), a causa de su despecho por no ser hermosa cuando ve que la belleza prevalece sobre todo.
681. Por regla general, las mujeres tienen más vanidad que temperamento, y más temperamento que virtud.
682. Es mucho engañarse amar el mundo cuando no se tiene afición ni a las mujeres ni al juego (?).
689. La vejez solo puede cubrir su desnudez con la gloria verdadera; solo ésta reemplaza las facultades que una larga vida ha desgastado.
690. La esperanza es el único bien que el hastío respeta.
692. Otro tanto sucede con la inteligencia, con las riquezas, con la salud, etc.: los dones de la naturaleza y de la fortuna no son tan raros como el arte de disfrutar de ellos.
694. Enseñad a un príncipe a ser sobrio, casto, piadoso, liberal: hacéis así mucho por él, pero poco por su Estado; no le enseñáis a ser rey. Enseñarle a querer a su pueblo y amar su gloria es inspirarle a la vez todas las virtudes.
696. Lo soldados marchan contra el enemigo como los capuchinos van a maitines. No es el interés de la guerra ni el amor de la gloria o de la patria lo que hoy anima a nuestros ejércitos;es el tambor lo que los lleva y los trae, como la campaña hace que los frailes se acuesten y se levanten. Todavía hay quien se hace religioso por devoción y soldado por libertinaje, pero luego casi nadie cumple sus deberes sino por necesidad o por hábito.
705. Mal partido es para una mujer ser coqueta. Es raro que enciendan grandes pasiones; y no porque sean ligeras, como generalmente se cree, sino porque nadie quiere ser víctima de un engaño. La virtud nos hace despreciar la falsedad, y el amor propio nos la hace aborrecer.
710. No contéis demasiado con la estima y la confianza de un hombre que participa en todos vuestros intereses si no os habla también de los suyos.
720. Las mujeres no pueden comprender que haya hombres desinteresados respecto de ellas.
721. Un hombre que vive en el mundo no puede permitirse no ser galante.
722. Sean cuales normalmente fueren las ventajas de la juventud, para las mujeres un joven no es bienvenido hasta que no han hecho de él un fatuo.
760. Nada es tan útil como la reputación, y nada la confiere tan ciertamente como el mérito.
761. La gloria es la prueba de la virtud.
770. Vale más que uno sacrifique su posición (nota de Jorge: del enamoramiento) antes que su genio; sería estar loco conservar un estado mediocre al precio de un gran fortuna o de la gloria.
771. Falto de inteligencia, no hay vicio que no sea pernicioso.
775. Los tontos se sirven de las personas inteligentes como los hombres bajitos llevan tacones altos.
777. No conviene tratar de contentar a los envidiosos.
799. Las sentencias son las ocurrencias ingeniosas de los filósofos.
815. Aconsejar es dar a los hombres motivos para obrar que ellos ignoran.
817. ¿Puede la edad dar derecho a gobernar la razón?
820. Hay más severidad que justicia.
821. Tendrían que perdonársenos al menos, las culpas en que no incurriríamos sin nuestras desgracias.
822. La adversidad hace muchos culpables e imprudentes.
823. No es uno siempre tan injusto con sus enemigos como con sus allegados.
824. El odio de los débiles no es tan peligroso como su amistad.
826. El odio no es menos voluble que la amistad.
827. La piedad es menos tierna que el amor.
840. Otro defecto de la mala poesía es alargar la prosa, como el carácter de la buena está en abreviarla.
846. Hay debilidades, si cabe decirlo así, inseparables de nuestra naturaleza.
850. La nobleza es un monumento a la virtud, inmortal como la gloria.
852. Demasiada disipación y demasiado estudio agotan por igual al espíritu y le dejan en seco; en cualquier género de cosas, las ocurrencias audaces no se ofrecen a un espíritu tenso y fatigado.
859. El mundo está lleno de esos hombres que infunden respeto a los demás por su reputación o su fortuna. Si permiten que nos acerquemos demasiado, pronto pasamos de la curiosidad al desdén, como a veces uno se cura en un momento de una mujer a la que había buscado con ardor.
861. La inteligencia no nos mantiene a salvo de las tonterías de nuestro humor.
862. La desesperación es el mayor de nuestros errores.
863. La necesidad de morir es la más amarga de nuestras aflicciones.
865. ¡Cuán poco útiles no resultarán los mejores consejos si nuestras propias experiencias tan raramente nos instruyen!
885. Nadie nos culpa tan severamente como con frecuencia nos condenamos nosotros mismos.
887. Tomamos por lo común a nuestro cargo éxitos y nuestros fracasos, y nos acusamos o nos loamos de los caprichos de la fortuna.
888. Nadie puede jactarse de no haber sido nunca despreciado.
894. Todo el fruto que se ha podido obtener de colocar a algunos hombres en cargos altos se ha reducido a saber que eran hábiles.
898. El que tiene mucho sentido común mucho sabe.
908. La maldad suplanta al espíritu. (La maldad se hace pasar por inteligencia).
909. La fatuidad compensa de la falta de corazón.
910. El que se domina a sí mismo domina a los demás. (El que se respeta a sí mismo es respetado por otros).
923. Sufrimos pocas injurias por bondad.
925. La verdad es el sol de las inteligencias.
931. Por poco que se dé uno alas par remontarse sobre la religión y sobre las miserias de los hombres no encuentra ya dificultad para situarse entre los espíritus superiores.
933. Si los menores riesgos en los negocios nos inspiran vanos terrores, ¡en qué alarmas no deberá sumirnos la muerte cuando se trata de algo para siempre y de todo nuestro ser, y cuando el único interés que nos queda no está ya en nuestra mano administrarlo y a veces ni siquiera conocerlo!
935. Las enfermedades suspenden nuestras virtudes y nuestros vicios.
936. El silencio y la reflexión agotan las pasiones, cuando el trabajo y el ayuno consumen los humores.
937. Los hombres activos soportan con más impaciencia el tedio que el trabajo.
939. Las imágenes embellecen l razón y el sentimiento l persuade.
940. La elocuencia vale más que el saber.
943. Los que desprecian al hombre se tienen por grandes hombres.
944. Nos aplicamos mucho más en descubrir las contradicciones, con frecuencia imaginarias, y los demás fallos de un autor, que en sacar provecho de sus ideas, verdaderas o falsas.
September 06, 2015
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