Dios es ciego, del Dios te está mirando a yo soy el dios que te mira, los mirones que llegan a ser los madrileños, se te plantan con más o menos estrógenos y andrógenos y te dan la barra con la agresividad característica del que azuzan a trabajar más por menos parné, y toda esta vida es la de unas sardinas del Manzanares que tratan de quitarse el anzuelo de las miradas canallas.
El sherpa que hizo turismo por Madrid se dio cuenta pronto de que ésta es la ciudad del empujón y del intento de derribo por parte de la mayoría de sus caminantes, y que en vez de subir tanto al Himalaya buscaría asesores para no salir herido en sus estancias por aquí, y que los mejores años de su vida serían lejos de los acerados pasos de los madriles y que no quisiera como su vecino Shi Huangdi ser enterrado con miles de figuras de terracota de los viandantes del metro.
Dios a veces equilibra el balance y pone el saldo en un pequeño positivo en otoño, entonces es cuando me gusta ir al Museo del Prado a ver los cuadros históricos que allí se encierran y nivelaron los tiempos, y es cuando veo al lobo atochero subir y bajarse de los autobuses con piernas inclaneras, para volver a hacer de las suyas y esto hay que advertírselo a los turistas que visiten Madrid.
La lucha del Baal local de Madrid contra el dios Mot de la muerte y la infertilidad nos traerá un ciclo de siete años de fecundidad económica, donde no dejaremos de salir a la calle y gastar, y esto ocurrirá cuando el Papa vaya al Líbano y restaure y seduzca a los Ptolomeos del Templo de Júpiter.
Un tipo de cosas que ocurrirá en Barcelona pero que a mí no me colma como abrirse de piernas con las mozas madrileñas regresando y concentrándose en la ciudad, y descendiendo las temperaturas y reanudándose los estudios y los suspiros de libertad de otro año más sin salir.
Aunque la silla de Barcelona esté en lo alto de la Serralada te aseguro que aunque curvada para adentro cabemos los dos si bien tú madrileño eres más delgado y alto que yo pero al gordo alemán van der Rohe lo tiraremos para abajo.
La gente de Madrid es de parto en la calle como la ciudad de nombre es parturienta y es de llegar a las manos en los Juzgados por las pertenencias en los portales y sea la querencia del loco que se sale con la suya en todas las casas y hasta los visitantes crean escuela.
Cómo sentir la cercanía de Dios y cómo estar en gracia y cómo estar en ejercicio de amar cuando todos los demás en Madrid están en la inopia y no se quiere estar como ellos porque se quieren vivir los aires españoles que son la caña y la chispa de Europa y del mundo entero.
Cuando las aficiones son entrar en tal tienda de productos caros y en unirse a tal cuenta bancaria entonces un incendio se extiende por la sierra oeste de Madrid devorando a ardillas y a pájaros como si no sucediera lo mismo en la ciudad que vive en un cieno de deserciones y abandonos de las ocupaciones y las tareas, como si el haber descubierto la fórmula de la teoría atómica haya deparado la dejación de todo hasta la falta de voluntad para regar las plantas de nuestras casas.
September 01, 2012
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