Y según esto, grande es la honra y dignidad de los prelados, pues,
según lo dicho, han de ser obedecidos, tenidos y estimados como Dios, cuyas
leyes, preceptos y mandados han de ser cumplidos como divinos. Gente puesta
sobre las cabezas de otros hombres y no hombres como quiera, sino gente que
tenga cuellos como torres edificadas de marfil. Que, según esto, será gente
torreada, defendida y guardada, pues está cercada de tantas torres que todas le
defienden, guardan y miran por su honra; será gente bien enpinada y levantada,
pues no está solo subido sobre una torre, sino sobre muchas; y su vida será
vida sobre muchas vidas, pues la de sus súbditos se han de perder antes que se
quebranten sus preceptos justos y leyes sanctas. Y si hubiéramos de decir de
esta honra y dignidad, fuera escribir muchos libros. Basta esto para nuestro
propósito:
Y digo que es grande la ocasión dicha para ocasionarse un hombre que
no tiene mucho de Dios a presunción y vanagloria; que, en fin, el aire combate
con mayor fuerza en las torres más altas y andan a mayor peligro los más
encumbrados. Pues como estaba a cargo de Dios prevenir el remedio para esta
necesidad y medicina para esta llaga, dioles a los tales un remedio opuesto,
para que en su contrario hallasen la medicina, y éste fue dársete Dios en
trabajo, cuidados y penas de suerte que, si por razón del officio estás sobre
las cabezas de tus súbditos enpinado y levantado, por razón de comunicársete
Dios en tantos trabajos y penas estés debajo de sus pies, considerándote
menesteroso de su ayuda y consuelo. Y que, si en el pensamiento del súbdito
estás metido y encerrado en su corazón y puesto sobre su cabeza, viéndote tú
penado y afligido, te consideres no merecer estar debajo de sus pies, pues te
trata Dios con el despego de los que poco merecen. Y si tus preceptos y defensa
de honra y vida vale sobre tantas vidas como tienes súbditos, adviertas por
otra parte que la trais bien encrestada. Y que, si guardada por la parte
inferior, por estar subido sobre cabeza de hombres, bien descubierta por la
parte superior, pues con tanta facilidad Dios te topa cuando te busca para
hacerte terrero de sus penas y trabajos acertados. Y que si tú eres Dios que
mandas y juzgas, Dios te juzga a ti y quiere de antemano y sobre tarja pagues
en sufrir y llevar con paciencia tantos trabajos como el officio tiene así
acensuados.
En verdad, hermano Pedro, que fuera muy bien que, después de haber
puesto Dios y subido a tanta dignidad a un hombre de tierra, le diera por ayuda
de costa otros gustos y entretenimientos interiores, que son las golosinas que
vos me habéis puesto que os llevaron el corazón. ¿Por qué pensáis, mi hermano,
que el día de hoy hay tanta duda en la salvación de los prelados? Yo pienso que
debe de ser el verse, por una parte, tan subidos, levantados y enpinados y, por
otra, tantos gustos y entretenimientos. Viven en torres y mueren en regalos.
Pero en la primitiva Iglesia parece no se perdía prelado porque, si estaban
subidos en torres por la dignidad, humillados con los trabajos que Dios les
daba; vivían en penas y morían en cruces, ocupábanse en mandar y ordenar a sus
súbditos y en obedecer a Dios.
De una cosa se admiró David de los malos;
que no eran azotados y castigados con los otros hombres, dando a entender que
solos los justos son los que cain debajo del azote y rebenque del verdugo. Pues
ahora digo yo: habiendo el prelado de ser no de los malos, sino de los buenos y
de los mejores, paréceme a mí que, si él azota y castiga a los súbditos, que no
habíe de faltar quien lo azotase y castigase a él; y más, que él puede errar y
no acertar en sus azotes y castigos, pero Dios, que es el que pone la mano
sobre él, no puede errar. Y así, siempre debe andar con las penas y temores que
arriba quedan dichas, que son las que lo humillan y muestran estar necesitado
de Dios; y no que, si ahora tú vivieras con los primeros gustos, estoy por
decir que no asegurara yo vuestro partido para vos ni para el de vuestros súbditos.
No comments:
Post a Comment