"Doña Josefa Togores de Padellás, dueña del palacio, vestida de dama antigua y adornada con valiosas joyas, recibía a los invitados con la amabilidad que le era característica. La señora condesa de Solterra iba de mejicana; una de las señoritas de Sentmenat, de marinera de Biarritz; la señora Vives de Ponte, de hechicera; la señora de Sovirás, de baraja francesa; la de Miralda, de Ana de Austria; y su sobrina, de napolitana; la señora de Fraise, de María Estuardo; la de Bassols, de aldeana del norte; la señora de Ferreter y otra de Bassols, de locura; la señorita de Castelldosrius, de mosquetera; de las señoritas de Ferreter, una iba de gitana, otra de aldeana de Macón y dos de cracovianas. La señora de Torres, de rica labradora catalana y su hija de Ceres; la señora de Rogent, de húngara y su hija, de judía; la señora marquesa de Fontanellas, de aldeana calabresa; la señora de Sagarra, de tric-trac; la señorita de Villalonga, de Mefistófeles; la señora Duró de Brichfens, de La Valière; la señora de Panella, de milanesa de 1651 y su hija, de pastora antigua; las cuatro señoritas de Fonollar, de dama antigua, de mallorquina, de aldeana de Portici y de pastora de Luis XIV; la señora Soler, de vivandera del diablo; una señorita de Bassols, de aldeana del Rosellón; las señoras Brunet, Bardiu y Sicars, de Pompadour y de jardinera de Luis XV; la señora de Desvalls de india de Indostán; la señorita de Bertrán, de vivandera antigua; la de Coma, de campesina suiza; las señoritas Sarriera y de Milans, de griegas; las señoras de Angulo y de Bacaro, de damas del siglo XV, y la señora de Dalmases, de polaca".
"Entre los caballeros había mayor variedad, si cabe. Majos, escoceses, senadores venecianos, cracovianos, caballeros de la corte de Isabel de Inglaterra y de Francisco I; las figuras de Enrique II y de Caballero del Sol y de dux de Venecia, alternados con hugonotes, puritanos y templarios, postillones franceses, caballeros de Luis XVI, árabes, marineros napolitanos, cancilleres, pintores italianos, antiguos colegiales de beca de la ciudad de Sevilla y nobles sicilianos. Algunos iban también de capricho, copiados de los figurines de los bailes de la Gran Ópera de París".
Hacia mediados de siglo estos espléndidos saraos, que tradicionalmente se habían venido celebrando en casas particulares, se trasladaron al Gran Teatro del Liceo con la excusa de recaudar fondos "a beneficio de los pobres de la Casa de Caridad". Estos bailes, que en principio debían de ser anuales fueron aumentando en número, estaban minuciosamente reglamentados por una serie de disposiciones de orden público dictadas ex profeso por el jefe superior político de la provincia.
Elisa Vives
October 01, 2011
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