June 30, 2013

LA MUJER ESLAVA Y LA MUJER RUMANA

Saltan, encienden las velas y queman los malos augurios en la noche de San Juan y yo me subo al balcón de la bella dama duende de Madrid.

Quien de servilleta pase a mantel,/ Dios nos libre de él,/ pero en La Mancha ponen servilletas como manteles,/ porque el morteruelo, el vino y las patatas bravas lo requieren,/ y también en las papas de Canarias,/ y como buena gallega María Pita se casó cinco veces,/ y los turistas rusos son como de Vallecas.

Por qué siempre el genio del labio leporino se bebe el Porto tan rápido/ y cómo hará el amor con su zagala/ cuando le ponga los morritos calientes sobre las tetillas/ si conduce a toda pastilla por las curvas de Altea la Vella.

Ya habrá otras cosas en esta tierra para las mismas personas,/ la mujer fiel a la iglesia ortodoxa/ es con la que me quiero casar,/ la rusa de verdad,/ esa alegre de sputnik/ y ese cuerpo duro que parece de goma en la dacha,/ esto es mejor que lo otro,/ que esa encerrona de mujer joven de la ciudad,/ que no te tenga que decir dónde estás cariño,/ perdido en el mar.

Con tanto adorno a las madonnas della candelettas y fans de Woman Secret con los hijos ya mayores solo le queda al pobre de familia esconderse bajo la mesa del restaurante si le ven éstas féminas progresistas regañar a su niño y no atender a los arrumacos de su esposa tras de un viaje largo a la costa y si no fuiste prima bailarina de la clase tampoco encontraste a ese varón noble que atendiera tus demandas y peticiones desde la hoz de tu pueblo de donde saliste y ahora ves en otra lo que tú suspiras por no haber tenido pero que además ahora no aguantas a ese depredador aunque sea por su falta de carácter.

Hay mujeres que saben a yogur vitalinea, hay rusos en el Mediterráneo que saben a langostinos y a mí me hubiera gustado casarme con una pastelera suiza pero me pasé todo el verano en el olor nocturno de la marroquinería que llevaba ella y luego en Madrid la gente está tan pirada y tan sumamente mal de la cabeza.

Al borde de la playiribi de Calpe contemplando toda una pasarela porno donde se te reactivan todas las pecas, con escasos matrimonios de la sombrilla adecentada, un niño con unas gafas de bucear ve los huesos de un dinosaurio en la orilla, retumba la playa cuando los niños descargan los castillos de arena, y ves a las espingardas madrileñas de dieciséis abriles entre las olitas, y solitarias suecas como mujeres del corredor de Danzig con maridos como témpanos y gitanas de ágiles piernas vendiendo pareados por las hamacas para robar, y una mujer con una camiseta blanca de inspector por las casetas, y la gazeta de lo público es extensa en el paseo marítimo con negros eunucos vendiendo complementos de moda y un trabajo de duras penas en las hospederías, a la una en la playa el sol está determinado como las telas de Sorolla, entonces a las tres la clavada de esa ladrona del collar de oro pirata que lleva el negocio de la sangría edulcorante, y a las vísperas todas las pieles quemadas se echan sobre el horizonte de mar azul oscuro, y cuando sí que ha subido la marea recojo el petate y me voy al hotel, y si cada vez que me metiera en el agua del mar me bautizara y saliera un hombre de salitre nuevo.

Las voces del hombre de euritos llegan por todas partes donde la Comunidad del Euro es ingenua y ridículamente lo que marca la diferencia donde unos más y otros menos van gastando los cartuchos de las moneditas en el devenir de sus días en un consumo que no es de los momentos felices sino de la indefensión inconsciente por la propia supervivencia y tu mujer como una loca en las tiendas que no te das cuenta de nada habértela buscado eslava.

Necesitamos que los rumanos se extiendan por España y regeneren nuestra sangre,/ porque son más jóvenes,/ mejores filósofos/ y tienen mejor filosofía de la vida,/ y demos paso a los ortodoxos antes que a la morería para no acabar todos paganos/ y sometidos a un canon desértico de revueltas turcas y brasileñas.


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