"¿Es posible, Señor, que haya alma que llegue a que Vos la hagáis mercedes semejantes y regalos y a entender que Vos os holgáis con ella, que os torne a ofender después de tantos favores y tan grandes muestras del amor que la tenéis, que no se puede duda, pues se ve clara la obra? Sí hay por cierto, y no un vez, sino muchas, que soy yo. Y plegue a vuestra bondad, Señor, que sea yo sola la ingrata y la que haya hecho tan gran maldad tenido tan excesiva ingratitud; porque aun ya de ella algún bien ha sacado vuestra infinita bondad, y mientras mayor mal, más resplandece el gran bien de vuestras misericordias. ¡Y con cuánta razón las puedo yo para siempre cantar! Suplícoos yo, Dios mío, sea así y las cante yo sin fin, ya que habéis tenido por bien de hacerlas tan grandísimas conmigo; que espantan los que las ven y a mí me saca de mí muchas veces para poderos mejor alabar a Vos, que estando en mí sin Vos no podría, Señor mío, nada, sino tornar a ser cortadas estas flores de este huerto, de suerte que esta miserable tierra tornase a servir de muladar como antes. No lo permitáis, Señor, ni queráis se pierda el alma que con tantos trabajos comprasteis, y tantas veces de nuevo la habéis tornado a rescatar y quitar de los dientes del espantoso dragón".
Vida de Santa Teresa, Capítulo XIV
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment