EL
HOMBRE-RELOJ
El reloj que daba las horas del tiempo quedó obsoleto.
Entonces el hombre-reloj hizo de las suyas.
El hombre reloj era como un judío que si se establecía en un barrio
éste florecía y si se alejaba de él como tierra quemada el barrio se marchitaba.
El hombre-reloj tenía una esfera de estrella y daba mucha vida a los
suyos y a sus conocidos como especiales.
El hombre-reloj era un profeta que anticipaba lo que iba a pasar
porque estaba en sintonía con los signos de los tiempos porque era sensible a
los matices de la naturaleza social por lo que captaba inmediatamente a los
dibuks que transitaban por el metro y las calles de Madrid.
Si el hombre-reloj iba a Berlín el muro caía si el hombre reloj por un
viento gaditano no pudo visitar Gibraltar entonces este terreno seguía
perteneciendo a los ingleses.
Los mismos pasos del hombre-reloj eran como segunderos y sus
pensamientos establecían el ritmo de la conciencia de las almas por lo que
debía aclararse porque como él estuviera estarían los demás.
El hombre-reloj era como un titán de crucigramas en su cabeza de
sueños e intuiciones que le mareaban las jornadas pero cuando él estaba lúcido
solo quería contemplar el mundo y tumbarse a pensar en la cama.
El reloj se paró porque los tiempos eran feos pero ahí estaba el
hombre reloj a quien Dios le dio la manecilla y la cuerda.
Madrizeleño
31.1.15
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